miércoles, 6 de enero de 2010

FLORES DE OTOÑO

IX
Presiento que se está acercando el fín,
pues noto que mi mano no obedece,
mis palabras se asoman torpemente,
mis versos no terminan de salir.
Voy notando que ya está cerca el fín,
la desgana se apodera de mi mente,
los poemas, dormidos, no aparecen,
apenas tengo ganas de escribir.
Hace cincuenta años que escribía
mis primeras coplillas navideñas,
despues le han seguido mas poesías,
he logrado alumbrar nuevos poemas;
sin embargo, no he sabido todavía
si en verdad algún día fuí poeta.

VIII
Y sigo buscando y no encontrando
las miradas que ayer mismo me hablaban,
y no logro hallar ese lugar
donde duermen los sueños que se marchan.
Ese espacio que ninguno conoce,
donde descansan los versos olvidados,
aquellas rimas que no tuvieron nombre,
que murieron cuando no se habían creado.
Ese recinto de notas mal escritas,
que jamás ningún humano recitó,
ese jardín perfumado por las rosas
de aquel otro que ninguno antes cuidó.
Y seguiré buscando mientras pueda
aquellas frases que tan solo desfilaron
por mi mente durante unos segundos,
pero llegaron a estar vivas, y volaron.

VII
De pronto han pasado mucho años,
ya no recuerdo la imagen que tenía,
ayer mismo a los de mi edad veía
como auténticos chavales bien criados.
De repente las cosas han cambiado,
el espejo no cuenta mas mentiras,
el peso del recuerdo nos castiga,
muchos seres queridos se han marchado.
Tan solo ayer todo era muy distinto,
distinguía las vivencias de los sueños,
elegía sin cautela los caminos,
no notaba que iba pasando el tiempo.
Y ha sido hace un momento, ahora mismo,
que he sabido tan cruel descubrimiento.

VI
La fama que el otoño ha conseguido
se muere cuando nace una sonrisa,
la gracia de una boca que suspira,
el elogio por todos preferido.
La cálida caricia de un suspiro,
la breve carcajada de una niña,
es la flor que el otoño necesita,
es el mío, y yo la necesito.
En mi otoño la suerte me acompaña,
dos claveles suspiran a mi lado,
dos ojales que sonrien cuando hablan,
amapolas que están lejos del campo,
dos sonrisas que alegran mis mañanas,
son dos flores de otoño, dos milagros.

V
Dos melenas doradas, dos espejos
que reflejan la luz de mi ilusión,
dos caudales de aromas y color,
dos brisas delicadas, dos veleros.
Dos vidas que se adueñan de mi cuerpo,
dos olas que navegan desde el sol,
dos riadas de sonrisas, y otros dos
destellos que llegaron desde el cielo.
Dos flores que motivan mi camino,
dos motivos que logran mis deseos,
dos candelas que alumbran mi destino
y calientan cada día mis adentros,
son dos niñas preciosas que han venido
y soy el más feliz de los abuelos.

IV
Es otoño, las moreras las hojas van perdiendo,
algunas, ya podadas, vigilando,
las hojas danzando sobre el suelo
cuando el viento se adueña del espacio.
Las rosas en verano perecieron,
los rosales dormidos se han quedado,
tambien las hojas del almendro
deambulan perdidas por el campo.
Es otoño, se aran los barbechos
que ha poco el trigo habian logrado.

Sin embargo el jazmín de mi jardín
aun perfuma mi aliento con su gracia,
aun puedo notar entrando en mí
el aroma de las bellas flores blancas;
es otoño, y las flores del jazmín
se abren como boca enamorada,
y mañana seguirán estando allí
perfumando del viento su fragancia,
el otoño que acaba de venir,
las noches eternamente largas.

Las parras deshojadas se han dormido,
casi toda la uva ya es licor,
los cuerpos caminan encogidos,
la aceituna apenas si engordó,
sin embargo el jazmín aun sigue vivo,
conserva del verano su explendor,
tal vez no ha notado que se han ido
las caricias que conseguía del sol,
quizás el cariño recibido
lograba mantener vivo el amor.

El otoño de la vida también llega,
y se evapora de pronto alguna llama,
y tenemos que encender nuevas hogueras,
y es dificil reavivar la que se apaga,
y es otoño, y alguna rosa queda
que perfuma con su aliento las mañanas,
y de aquella pasión de primavera
tal vez ya no quede casi nada,
pero el amor, si se cuida, siempre espera
que otro fuego reavive su esperanza.

Y flores sigue dando algún jazmín,
y alguna rosa algún rosal privilegiado,
y en otoño se puede ser feliz,
y el olivar de aceitunas se ha cargado,
y hasta la pasión puede resurgir,
y en el amor nunca mandan los años,
y en otoño se pueden conseguir
proezas que jamás se hayan logrado,
pero debemos cuidar nuestro jardín
porque es fácil que no vengan a cuidarlo.

III
En otoño pocas plantas florecen,
el verano endurece la campiña,
sin embargo las aceitunas vibran
cuando algunas narices se enrojecen.
Hay flores que no tienen mucha suerte,
no saben de este trozo de la vida,
ignoran que en otoño vivirían
si tienen jardineros que las rieguen.
Esta etapa también sabe de rosas,
y conoce momentos de pasión,
y en otoño la gente se enamora
como un adolescente, con dolor,
y en otoño también mueren las hojas,
y sobrevive tan solo alguna flor.

II
La primavera no valora el tiempo,
cada día las noches son mas cortas,
y las luces se imponen a las sombras,
se vive sin ansiar otros momentos.
El verano nos aproxima al cielo,
y hasta un mundo perfecto nos transporta,
y allí la juventud marca las zonas,
jamás conoceremos si eso es bueno.
Casi todas las flores se marchitan
cuando llega el otoño de repente,
la sombra se apodera de los días,
y sabemos que igual que nace muere,
el invierno no llega todavía,
aun es otoño, y aun nos pertenece.

I
Apareció el otoño muy deprisa,
la primavera apenas la he notado,
el verano lo toqué cuando se iba,
el otoño está aquí, bien instalado.
Y aun puedo estos días aprovecharlos,
pues queda por hacer mucho en la vida,
y el tiempo mas despacio ahora camina,
pero se que el invierno está esperando.
Las flores que el otoño nos regala
se deben cuidar con mucho mimo,
porque son flores tiernas, delicadas,
que parece que se hayan escondido,
esas pocas debemos conservarlas,
esas flores de otoño del camino.

Y ME MARCHARÉ EN SILENCIO

  Y me marcharé en silencio,
como siempre,
y muy pocos sabrán que me marché,
y se van acabando los rebeldes,
que a veces no se hacen entender,
y los jóvenes no avanzan cuando crecen,
y las leyes, siendo injustas, son las leyes,
y se deben, casi siempre, obedecer.
  Y tenemos que respetarlas todos,
y mucho mas los que obligan que se cumplan.
   Y me marcho preocupado
por el futuro incierto que se anuncia,
que los ricos, mas ricos, son muy pocos
pero siempre van unidos en la lucha,
a los demás consiguen separarnos.

   Y me marcharé en silencio
sin entender el egoismo que nos guía,
!que luchamos por los hijos, por los nuestros¡,
y unidos tal vez se lograría
salvar esta distancia tan enorme.

   Y me marcharé en silencio,
los gobiernos no quieren trabajar;
es dificil si caminas por el cieno
y no quieres que lo sepan los demás;
pero estos gobiernos que tenemos,
tanto el de aquí, como el de allá,
hablan idiomas distintos
y jamás se entenderán,
uno quiere ser mas rico,
el otro solo lograr
que la justicia se pare
donde la quieren parar.

   Y me marcharé en silencio
caminando para atrás,
porque el freno está oxidado,
y la juventud tendrá
que engrasar todos los día,
y tienen que empezar ya.
   Los pensionistas ya dan sus gritos,
los jóvenes van despertando,
deben caminar unidos
y saber cual es su bando.

   Y me marcharé en silencio
sabiendo que las cosas no están bien,
los gobiernos no gobiernan para el pueblo
y no se que puedo hacer.
   Y mi voz no tiene eco,
y el eco es controlado desde arriba,
aun así hoy quiero que mi grito,
destrozando si hace falta mis anginas,
se desplace hasta Castro del Río
y deje su voz en el camino
para que otros se enteren que existía
este pobre poeta pueblerino.

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