sábado, 29 de mayo de 2010

OTROS SENTIDOS

XVI
Que no es lo mismo vivir que convivir,
que la vida se alarga con la ciencia,
que se acorta cada día la convivencia,
un camino que puedes elegir.

No debes tantas prisas permitir,
casi siempre son malas consejeras,
las tertulias de ayer en las aceras,
ahora mismo se pueden conseguir.

Lo valioso se debe valorar,
el trato entre personas lo primero,
que no es lo mismo vivir que convivir,
en la escuela no lo suelen enseñar,
con los años lo vamos aprendiendo,
un camino que hoy puedes decidir.

XV
Despues de muchos años cultivando,
he logrado que algunas remembranzas
en la memoria se hicieran lozanas,
muchas veces se abonan demasiado.

La distancia mantillo para el campo,
y consigue resultado si se labra,
sirviéndonos de riego la nostalgia,
que resucita sueños olvidados.

El tiempo es el estiércol que da vida,
distancia y  nostalgia son abono,
tal vez aboné mucho mi tierra;
pero se que la culpa es solo mía,
y tambien se muy bien que no estoy solo,
y no es bueno que sea buena la cosecha.

XIV
Pensé que mis pensamientos
en mis adentros morían,
como la sangre del cerdo
que acaba siendo morcilla,
cual la raiz del almendro,
cual la luz de la bombilla.

Pensaba que lo que pienso
de mi mente no salía,
como un baúl de recuerdos,
como una noria que gira,
cual el enorme cencerro
que del rebaño es el guía.

Ahora se que lo que pienso
tiene alas, tiene vida,
cual los suspiros, los besos,
igual que la golondrina,
como el aire cuando es viento,
los versos de una poesía.

XIII
Aquellos que mañana me recuerden,
si es que alguno me quiere recordar,
que se enteren que tuve que emigrar,
que el castreño lo es hasta la muerte.

Que conozcan la suerte del que puede
nacer, vivir, morir sin extrañar
un paisaje, una forma de hablar,
los aromas que nacen del aceite.

Que los años me hacen mas castreño,
que respeto la tierra donde vivo,
donde mis hijos y nietas nacieron,
donde sin cadenas soy cautivo.
Si alguno me coloca en su recuerdo
que sepa que nací en Castro del Río.

XII
Pensé que el viento dormía;
pero el aire nunca duerme,
escuché lo que decías,
esas cosas que no quieres
que en el viento confundidas
a la vera de otros lleguen.

Pensaba que dormía el viento;
pero nunca duerme el aire,
escuchastes mis silencios,
lo que no he contado a nadie,
esos íntimos secretos
que la almohada comparte.

Que dormía el viento pensaba;
pero el aire siempre vela,
debes cuidar las palabras,
las que sacas, las que entras;
pues el aire al viento llama,
se entera, y nos lo cuenta.

XI
Soñé que un sueño que tuve
de otro sueño se escapó,
los sueños son como nubes,
como nubes de algodón,
navegando por el cielo
cual verdades y mentiras,
que vuelan al mismo tiempo,
y navegan confundidas.

Soñé que un sueño que fué,
de otro había salido antes,
como las olas de ayer,
y de los rios los caudales,
el agua siempre está ahí
cogiendo forma distinta,
lo mismo me pasa a mí,
mis sueños tienen su vida.

X
Crecen juntos el dolor y los versos,
el sufrimiento logra reavivar,
muchas veces tan solo es despertar
el profundo letargo de los genios.
Esos grandes poemas que nacieron
recogiendo de las lágrimas la sal,
esas plumas que supieron suspirar
por los muchos suspiros que vivieron.
El dolor y los versos juntos crecen,
separados se pierde el objetivo,
los paisajes se ven muy diferentes,
según como se miren son distintos.
Los mas bellos poemas siempre duelen,
crecen juntos, muy juntos, van unidos.

IX
Ya lo sabes gobernante,
sube el precio del arroz,
y ya verás que hasta Dios
a sus fieles lo reparte.
Para valorar, ya sabes,
encareces el valor,
creerán que sabe mejor
si mucho dinero vale.
No pregones por las calles,
procura ocultar tu voz,
que piensen que alguien prohibió
tan exquisitos manjares.
Y ya verás como nadie
quiere ignorar el sabor
del plato que se ocultó,
llegando a ser deseable.

VIII
Caminar por un campo de amapolas,
aspirar las delicias del jazmín,
admirar un arco-iris en Abril,
notar la caricia de una rosa,
escuchar el murmullo de las olas,
conocer a la muerte sin morir,
disfrutar de aquel sueño que viví,
palpar de los silencios las estrofas,
ver la Tierra desde una nube blanca,
acariciar una a una las estrellas,
visitar de la luna sus montañas,
dibujar las pisadas en la arena,
recorrer de los bosques sus entrañas,
sentir que tu suspiras a mi vera.

VII
La Tierra nunca puede ser odiada;
las montañas, los árboles, los ríos,
las miradas, los besos, los suspiros,
las estrellas, la luna, las mañanas,
el aroma, los pájaros, las playas
ni el idioma ni el país han elegido,
y no saben que alguno ha decidido
poner a un mismo río varias vallas.
La Tierra se parcela mas y mas,
cada trozo que quiere ser nación;
sin embargo, no intentan mejorar
del Planeta su grave situación.
Nos dicen que debemos reciclar
a los pobres, ¡que gran preocupación!.

VI
Saborear los recuerdos es vivir;
pero apenas vivimos el presente,
enseguida en recuerdo se convierte,
y el futuro aun tiene que existir.
Lo que acaba ahora mismo de ocurrir
vivirá en el pasado para siempre,
mientras haya un humano que recuerde,
mientras alguien lo quiera revivir.
La brevedad del ahora nos impulsa
a instalar nuestra vida en el pasado,
ese libro con páginas escritas,
y que no nos ofrece ni una en blanco,
ese libro que todos escribimos,
y que incluso alguna vez saboreamos.

V
Quien dijo que el instinto no era amor
y no es lo mismo el cariño y el deseo;
quien no alaba la grandeza de un beso
ni sabe la ilusión de la pasión.
El que nunca jamás se enamoró
y en sus carnes no toca lo que es eso.
Todo aquel que no sabe si está enfermo,
y tal vez el cariño lo enfermó,
no puede hablar de amor a los demás;
porque aquel que jamás reconoció
que lo tuvo aparcado en su portal
no puede dar a nadie una lección.
Jamás sabré si es una enfermedad,
aunque cuentan que se ha muerto de amor.

IV
Y sigo agradeciendo tanta suerte,
tantas horas gozando tu presencia,
tantas noches teniendote tan cerca,
tantos años palpando que me quieres.
Ayer me vino a recoger la muerte,
pero tu la apartastes de mi vera,
y pude conocer a mis dos nietas,
y a ti tal vez consiga conocerte.
Quiero darte las gracias por vivir,
por todos los momentos que me has dado,
pues tal vez ni uno solo merecí,
y quizás no hayan muchos tan premiados;
que suerte, cuando ayer te conocí,
que suerte, porque sigues a mi lado.

III
Primero tu perfume va llegando,
muy pronto voy notando tu calor;
enseguida percibo de tu voz
la música que tu me has enseñado.
Y noto las caricias de tus labios,
de tu estampa me llega el resplandor,
de tu suspiro noto hasta el color,
de tu silencio se lo que has callado.
Y siempre reconozco tu presencia
porque son mis aliados los sentidos,
si no escucho muy bien como te acercas,
ni logro tus aromas percibirlos,
y ni el gusto ni la vista me alertan,
el tacto me dirá si estás conmigo.

II
No puedo recordar, aunque lo intento,
los rostros que mi infancia conoció,
que suerte tiene Dios, que siendo Dios
no precisa volver hasta otro tiempo.
Las imágenes a veces van viniendo,
muchas de ellas ninguno reclamó,
y nadie quiere ya escuchar la voz
de aquel que se marchó de su recuerdo.
Hay rostros que no consigo ver,
aunque están ocupando mi memoria;
hay voces que jamás nunca escuché,
y que hoy me siguen y presionan.
Quisiera recordar lo que olvidé,
y quisiera olvidar algunas cosas.

I
Disfruto de mi ansiada soledad
si noto tu presencia muy cercana;
sabiendo que regresas cuando marchas,
disfruto cuando veo tu regresar.
La soledad con rápido final
es un placer que a nadie desagrada,
es un oasis, es una carcajada,
es un trocito de felicidad.
Estoy solo escribiendo este soneto,
y soy feliz sabiendo que estás cerca,
que enseguida muy juntos estaremos;
cuando acabe de escribir este poema
te diré cuanto te amo con un beso,
la soledad así es casi perfecta.

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