miércoles, 9 de marzo de 2011

HE SABIDO QUE SOY EMIGRANTE

"Aqui, sentado a la sombra de un olivo, cuando ya han pasado cuarenta y siete años desde mi salida de Castro, empiezo a escribir esta historia, que son mis vivencias, tal vez las vidas de otros castreños que tambien tuvieron que abandonar este pueblo.
"Setiembre de mil novecientos sesenta y tres, el tren "sevillano" me lleva hasta Barcelona. Tengo dieciseis años. Voy solo, con mis pensamientos, mis recuerdos. Y mis pensamientos y mis recuerdos me absorben. Y me despierta una voz dulce en francés, que habia estudiado, aunque por supuesto no habia aprendido. Despues supe que no era francés, que era catalán. Nunca habia oido a nadie decir que en Barcelona hubiese un idioma diferente. Tampoco le di mucha importancia".
Ahora, pasados tantos años, aun recuerdo el tono de aquella mujer, y sobre todo, sobre todo, el olor del tren. Y nuestro primer piso en Badalona.
"No consigo ver los detalles de esos días. Ni quien me recibió, ni como llegué desde la Estación de Francia a nuestro hogar en tierras catalanas. Ahora, el piso lo recuerdo perfectamente. Era el primero, mi padre siempre, a lo largo de los años nos fué enseñando que era el mejor. Ni la planta baja ni tampoco mas arriba del primero.
Nada mas abrir la puerta del rellano, el comedor. Una pequeña estancia de tres por tres metros. De este salón salía un breve pasillo donde estaban, a la izquierda, las puertas del aseo y de la cocina; el aseo con ducha y agua corriente, y caliente. A la derecha dos puertas que daban a dos habitaciones. Una la de matrimonio, que era la de mis padres. La otra habitación con dos camas enormes, para nosotros, los cuatro hermanos, y mis primas, que habian venido a Barcelona a buscar trabajo".
Aquí, acomodado, apartado del mundo laboral, aunque palpando los problemas, no consigo recordar los detalles de aquellos años de convivencia. El lujo de ahora no permite revivir aquellas situaciones.
"A los pocos días de estar en Barcelona, a buscar trabajo. Mi tia Dolores, la de mi tio "Juan Maldaje", me acompañó a las oficinas del Gobernador de Barcelona, que al parecer, según recuerdo, era de Castro del Rio. Nos recibió su secretario, por cierto algo tartaja, como yo en aquellos años, y nos preguntó en que empresa de Barcelona quería trabajar. !Que pregunta¡, no supimos responder. Y nos fuimos igual que habiamos llegado. Y ahora se que no quisieron hacer nada. Y ahora agradezco que no hicieran nada. En aquellos años habían muchos carteles por las calles de Santa Coloma y Badalona pidiendo mano de obra. Y yo, con diciseis años, fui llamando a muchas puertas, y me decían que volviera otro día. Entonces apareció José Jurado, cuya mujer y su familia habían sido vecinos de mi padre en Castro, en la calle Estrella. Y sin darle gran importancia, como actua la buena gente, me acompañó a la empresa que él trabajaba, y me recomendó, y no me conocía de nada, solamente éramos paisanos, y nunca se lo agradecí".
"Ya estaba en Barcelona, trabajando de administrativo, con camisa blanca y corbata. A los dos meses me dieron de alta. Ya era fijo. El horario laboral era de nueve a una y de tres a siete. Todos mis compañeros entraban a las siete. Quiere decir que de siete a nueve eran dos horas extras. Igual que los demás empecé entrando a las siete; pero solo durante unos días, enseguida empecé a entrar a las nueve. Es que no teniamos hora fija de acabar la jornada laboral. Y algunos días saliamos a las diez de la noche".
"Mi trabajo de administrativo consistía en hacer albaranes. Era una agencia de transportes de mercancia con camiones por carretera. Nosotros haciamos los albaranes que tenian que acompañar a la mercancía y que servirían para luego entregarla a los destinatarios. Fué mi primer trabajo. Y tambien mi único trabajo".
Ahora, observando el campanario de la Iglesia de la Villa, parece que no haya pasado el tiempo. Cierro los ojos y me veo los domingos en misa de diez. Y después en las eras del Calvario, jugando a la pelota.
"Franco seguía como caudillo de España. Mis padres decidieron meterse en un piso en propiedad. En aquellos tiempos, en la agencia de transporte donde yo trabajaba, era normal que otros compañeros, la mayoría en edad de casarse, pidieran al dueño un prestamo. Que se hacia como si fuera un adelanto. Y luego se iba pagando un tanto al mes sin ningún tipo de interés. No tenía nada que perder. Comenté en casa lo que ocurría en el trabajo, me dijeron que lo intentara, y allí estaba yo, con diciseis años, delante del dueño, pidiendo que me dejara veinticinco mil pesetas, que era la entrada que pedían para conseguir el piso. El resto se pagaría en letras repartidas en varios años. No me puso peros, me dijo que el cajero me daría el dinero, que me haria firmar un recibo, y me descontaria cada mes un importe razonable, pero que yo decidiera la cantidad que mas o menos podría pagar. Sin darme cuenta me estaba metiendo en lo que luego sería la ruina del siglo XXI".
"Vino la mili, en Tenerife el campamento, en Puerto del Rosario el cuartel. Aunque se que no es politicamente correcto, fueron unos meses muy agradables, de los que no me arrepiento. En la agencia me dieron de baja. Yo no sabía como iba eso; pero a los dos días de volver del ejército fuí al trabajo, y al día siguiente a trabajar. A seguir haciendo albaranes. Y nadie hablaba de política. Y nadie se quejaba de trabajar mucho. Y los estudiantes, eran los únicos que de vez en cuando alteraban un poco el orden. Algunos días entraba un grupo de jóvenes corriendo y se escondían entre los paquetes. Los grises no solían entrar. Y al rato de nuevo salían los estudiantes, y otra vez se escuchaban sus reivindicaciones. Y a lo lejos se perdian sus gritos. Y nosotros seguiamos haciendo albaranes, y fumando un cigarro detrás de otro, cuando fumar estaba bien visto".
"A los pocos años murió Franco. Lo había dejado todo bien atado, aunque se le fueron complicando las cosas y tuvo el nuevo gobierno que ir cediendo a la presión de algunos políticos. Aunque aquellos políticos cedieron mucho mas de lo que explicaban. En el mil novecientos ochenta y dos ganaron las elecciones los socialistas. Poco antes se había abortado un golpe de estado. Ya la democracía empezaba a caminar".
"En Catalunya se impuso el idioma catalán en las aulas a una gran velocidad. Y en poco tiempo empezaron a aparecer grupos que querían la independencía. Y empezaron a ocultarse las banderas de España. Y se veía como un bicho raro al que además de catalán se consideraba español. Y los grupos de independentistas se reunieron en partidos políticos, sabían que esa idea sería votada por muchos. Y llegaron a colocarse en el gobierno de Catalunya. Y consiguieron que toda la correspondencía oficial llegara en catalán a todos los ciudadanos. Y se obvió la Constitucion Española, y se desobedeció con frecuencia la ley que en educación debiera amparar a todos los españoles".
"Desde el año mil novecientos sesenta y tres hasta ahora han pasado algunos años; pero han cambiado demasiado muchas cosas. En el sesenta y tres la gente no emigraba cuando se iba a trabajar a Barcelona. Emigraban los que se iban a Alemania, o a Francia. Entonces todos eramos españoles y todos teniamos el mismo idioma".
Hoy, aquí sentado, a la sombra de un olivo, desde donde veo recortarse el campanario de la Iglesia de la Villa, me siento un extranjero en mi pueblo. en Castro del Rio.

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