martes, 9 de noviembre de 2010

LO QUE NUNCA ESCRIBÍ

***
Quisiera humildemente agradecer
a todos aquellos que me dieron,
sin ellos ni tampoco yo saberlo,
los sueños que jamás imaginé.
Y tanto recibí, que no podré
jamás agradecer lo que me dieron,
lo he sabido muy tarde, ya no hay tiempo,
lo tengo que intentar, lo intentaré.
En la lista mis padres los primeros,
Mis primos y tios tambien están,
sobre todo, sobre todo mi tio Pedro.
Y tambien el embrujo del lugar,
y tambien Don Francisco, mi maestro.
Quisiera agradecer tanta bondad.

***
Quisiera que perdones mi torpeza,
que disculpes mi enorme tozudez,
ninguno me ha podido convencer,
y a veces la verdad estaba cerca.
Reconozco que defiendo mis ideas,
que a veces no las debo defender,
quisiera que perdones cuando ayer
no escuché los consejos que me dieras.
Tal vez deberiamos escuchar,
aunque pensemos que todo lo sabemos.
Quisiera que pudieras perdonar
todas las veces que no escuché un consejo.
No es fácil escuchar a los demás
y admitir los errores que tenemos.

***
Quisiera que la izquierda y la derecha
se pusieran de acuerdo, te lo pido;
no es preciso que sean buenos amigos,
no quiero que se corten esa pierna.

Espero que se acabe ya la guerra,
que los grandes problemas son los mismos,
y los poderes no son muy distintos,
aunque hablan de izquierdas y derechas.

Las miserias del planeta siguen vivas
ni la derecha ni la izquierda hacen nada;
quisiera pedirte que consigas
lo que nadie ha logrado con palabras,
que los poderes políticos coincidan,
pues los pobres no saben de que hablan.

***
Quisiera que cantaras mis poemas,
que pusieras música a mi voz,
que fueras de mi débil corazón
ese grito que ansiamos los poetas.

Quisiera que tan solo conocieran
mi verso, y no quien lo escribió,
que el mundo conozca tu canción,
y que elogien tal vez también la letra.

Quisiera que se conozcan mis versos,
que vivan con tu voz como estandarte,
que en la sombra permanezca mi cuerpo,
mis estrofas me dejan en pañales,
que tu voz, tu música y tu aliento
recorran nuestros campos y ciudades.

***
Quisiera, cuando el sueño eterno me consiga,
que aprovechen lo que puedan,
y que luego abonen mis cenizas
las entrañas de la tierra,

de la tierra que da vida a los olivos,
de la tierra que es sustento de la parra;
quisiera tener cerca a mis amigos,
una sombra de luz y de esperanza.

Quisiera que la rama de un olivo
me cantara eternamente una canción,
que la parra también viva conmigo,
quisiera la sombra de los dos.

Quisiera un lugar desconocido,
que ninguno conozca el sitio exacto,
ya sabes que son muchos los olivos,
que se pueden confundir con los de al lado,

que las parras podadas son gemelas,
que la tierra es tierra en cualquier parte,
es muy fácil despistar al que quisiera
robar este secreto que ahora sabes.

Quisiera cualquier cima junto a Castro,
desde donde se escuchen las campanas,
desde donde pueda admirar mi barrio,
y escuchar del Guadajoz las ranas.

Quisiera, si no es mucho pedir,
que sea un secreto entre tu y yo,
ya sabes que con poco soy feliz,
no quiero ocasionarte desazón.

miércoles, 27 de octubre de 2010

EL RIO VIEJO

Ya se oyen los ecos de los cencerros.
Tiembla el barrio anunciando la manada.
La cuesta vigilada por la galga.
La fragua y el yunque del herrero
se ocultan. A su lado el zapatero
esconde la pobreza de su casa.
Las puertas, siempre abiertas, ya cerradas.
Por delante aparecen los cabestros.
Por detrás los pastores y las reses.
Algún perro alerta con ladridos
que la manada puede allí romperse.
El Rio Viejo de Castro del Río
disfruta un espectáculo infrecuente.
Dura muy poco, vuelven sus latidos.
                      ***
El Rio Viejo me mimó cuando era un niño,
mis recuerdos me hablan de aquel tiempo,
me describen la voz de los suspiros
silenciosos, que dan vida al paseo.
Mis recuerdos me cuentan que fui niño,
me dicen al oído los secretos
que entonces no salieron de su nido,
que ahora a creerlos no me atrevo.

El Altillo me enseñaba a ser feliz,
se escuchaban de las ranas sus canciones;
el vino alguna vez dejaba oir
lo que el vino no quiere que pregonen.
El Altillo solo hay uno, y está ahí,
dominando del Rio Viejo sus rincones,
un enorme balcón donde bebí
la esencia del que nace siendo pobre.

El hierro se retuerce enrojecido,
el martillo se escucha en todo el barrio,
las coplas del herrero son quejidos,
las chispas de la fragua son quebrantos.
Del yunque se escuchaban los latidos,
la cuesta consiguió aquí un duro tramo,
la Bartola no emite ni un suspiro,
es una mancha negra, sobre un tabique blanco.

La horma está dormida en un rincón,
en el cuarto las sombras aparecen,
del silencio ninguno se extrañó;
unos gritos se escucharon de repente,
entre las sombras alguno conoció
al zapatero, que el vino algunas veces
consigue que se pierda la razón,
¡ay de aquel que cada día la pierde!.

La cantarería una enorme chimenea,
el humo se apodera del espacio,
todo el barrio es una nube negra,
el día se hizo noche por un rato.
Ninguno demasiado se molesta,
todos saben que es fruto del trabajo,
y también que las nubes pronto vuelan,
que en el horno quedó cocido el barro.

Mi patio, con su pozo y con su parra,
con su enorme pileta siempre llena,
en el cuartillo colgada la romana,
el suelo una alfombra hecha de piedras,
la cocina con las ascuas preparadas,
a cualquier hora del día están dispuestas
para hacer una tortilla de patatas,
para atender a las vecinas que se acercan.

Mi patio, nos dice la hora siempre,
la quinta piedra las tres en punto marca,
el segundo escalón marca las siete.
La linea de la sombra a veces falla,
el sol tras una nube se nos pierde;
sin embargo, nadie notó su falta,
jamás llegué mas tarde de las nueve
al colegio, no había reloj en casa.

En la cuesta el orujo va cayendo,
cuando a trompicones sube el carro
empujado del valiente carretero,
y los niños y las madres de mi barrio
cogían el sustento del brasero,
que el invierno de los pobres es muy largo,
que las puertas no se cierran ni en invierno,
que las ropas no abrigan demasiado.

Enfrente del Granero las escuelas,
una casa con tres habitaciones,
un poco mas arriba la piñuela,
a la calle dos grandes balcones,
ondeando tan solo una bandera,
se enseña respetar a los mayores.
se usa algunas veces la palmeta,
no es bueno que el castigo ahora se añore.

Las escuelas, mi escuela, Don Francisco,
las meriendas de queso o mantequilla,
mi maestro, un ser comprometido,
entonces los colores se escondían.
Los sacos del granero fueron plinto,
la báscula enorme nos mecía,
era el patio de recreo de aquellos niños,
un rincón añorado todavía.

Las horas por las calles jugando,
sin peligro y sin aburrimiento,
eran nuestras las calles de aquel Castro,
eran nuestros los rincones de aquel pueblo.
El Rio Viejo me fue condicionando,
fue creando la forma de mis sueños,
las fantasías fácilmente me acosaron,
aunque ahora tan solo son recuerdos.

Del Rio Viejo conocí cada rincón,
los otros barrios estaban muy lejanos,
del mio conocía cada voz,
cada aroma que emergía de los patios,
aquellos patios que mi infancia conoció,
y hasta noto su aroma al recordarlos,
del Rio Viejo conocí cada rincón,
y ahora mismo me está acompañando.

domingo, 4 de julio de 2010

MOMENTOS

XXIX
Yo nací en la campiña cordobesa,
a unos pasos tan solo de un meandro
que hace tiempo lograron trasladarlo.
El Guadajoz, sus puentes y sus huertas.

La campiña castreña que ayer era
un enorme mar verde o dorado,
la mata lo tiene ya ocupado
con miles de olivos en hilera.

Añoramos las riadas de mi infancia,
esos días de goteras insistentes,
un seco año de lluvias muy escasas
tal vez puede ser que nos enseñe
lo importante que siempre ha sido el agua,
el valor de una gota que se pierde.


XXVIII
Desde el rio Guadajoz,
que en mi infancia tenía playas,
una la del "cascajar",
los arrieros sacaban
de esta playa fina arena
que en las obras acababa.

Si te acercas a la orilla,
si cabalgas en sus puentes
notarás que alguien suspira,
notarás en la corriente
los sollozos de unos remos
que por el río van y vienen.

si te concentras un poco
y escuchas atentamente
podrás oír los suspiros,
mis suspiros, que aún se mecen,
remando de arriba a abajo,
del "cascajar" a los puentes.

Si te acercas algo más
y te ves en la corriente,
también verás junto a ti
a un chiquillo adolescente,
que ayer pudo suspirar
del "cascajar" a los puentes.

XXVII
He descubierto la voz del silencio,
no precisa palabras anticuadas,
pero tampoco músicas lejanas,
el silencio se escucha desde dentro.

Si algún día paseando por un cerro,
que vigila de Castro su muralla,
escuchas y no ves a quien te habla,
no lo dudes te está hablando el silencio.

El silencio no puede tener voz
y las nubes tampoco tienen alas,
la candela es la luz de un soñador,
el eco de una luna ensangrentada.
El silencio no necesita voz,
alguna vez precisa una mirada.

XXVI
Me gustaría volar
igual que las nubes vuelan,
lo mismo que las estrellas
y las olas de la mar.

Me gustaría brillar
lo mismo que la luciérnaga,
igual que la luna llena,
como un charco que está en paz.

Me gustaría correr,
imitar a un cervatillo
que ante un cazador furtivo
se ha logrado proteger.

Me gustaría saltar
igual que los saltamontes,
en mi infancia cigarrones,
que intentábamos cazar.

Me gustaría caminar
lo mismo que un elefante,
como en las venas la sangre,
como el delfín en la mar.

Me gustaría soñar
que estoy en Castro del Rio,
y en el sueño sumergido
caminar y caminar.

XXV
Aquellos mares inmensos
que en los recuerdos se agitan.
Aquellas olas de espigas
que en la distancia crecieron.

Aquella calle arrugada
que conserva muchas huellas
de aquella vieja carreta
que el orujo transportaba.

Aquella galga observando
del herrero cada chispa,
de los niños y las niñas
conocía cada pecado.

Aquel enorme paseo,
lleno de flores y bancos,
de suspiros silenciados,
fue menguando con el tiempo.

Aquel corral diminuto,
con gallinas y cochinos,
con manadas de polllitos,
con su cuadra, con su burro.

Aquella humilde mansión
entre cocas y melones,
entre altivos girasoles,
entre inocencia y amor.

Aquella sala de estudio
con mirada en el cogote
de un humilde sacerdote
que arrancó un pueblo mas culto.

Aquel columpio colgando
bajo una rama de olivo.
Aquellos paseos en trillo
muchas tardes de verano.

Aquellos juegos de antaño,
el lapo con la correa,
el trompo y la circulera,
también la guía y el aro.

Aquellas coplas sencillas
que mi inocencia creó,
siguiendo la tradición
que copié de mi familia.

Aquel maestro, Don Francisco,
que nuestro aseo vigilaba,
aquella enorme pizarra,
aquellos bancos pulidos.

Aquel momento vivido,
aquel rincón añorado,
son recuerdos de un pasado
vivido en Castro del Rio.

XXIV
    El "Llano del Convento" es una fiesta,
las campanas dormidas todavía,
el "mercado" ya empieza a tener vida,
resplandece la "calle corredera".

    Las niñas y los niños se apoderan
de una calle que apenas conocían,
y es que alguna sotana conseguía
para muchas y muchos una escuela.

    Los primeros caminan muy despacio,
los últimos casi corriendo van,
se juntan a los niños y a las niñas,
se empezaba otro logro invalorado,
las campanas empiezan a sonar,
solo anuncian que empieza un nuevo día.
                      ******
    La "calle corredera" huele a libros,
casi todos forrados y a la vista,
los pantalones cortos existían,
las niñas con sus faldas y vestidos.

    Huele a ecos de amores escondidos,
huele a sueños, a futuro, a vida,
a riadas, a platónicas heridas,
a "romanos" durante el "paseíllo.

    El "Llano del Convento" resplandece
cuando llegan los niñas y las niños
de los barrios humildes mas lejanos.
    Las campanas avisan, son las nueve,
en las calles no quedan ya chiquillos.
    El "Instituto" también llegó a Castro.       

XXIII
Aunque tarde, me está llegando el eco
de todas las vivencias de mi infancia,
de aquellos mochileros que cantaban,
las caladas que oyeron mis secretos,

el croar que inundaba mi Rio Viejo,
del lapo cada orden que nos daba,
la palmeta que enrojeció mi palma,
los quejidos del yunque del herrero,

las canciones del cine de La Villa,
las noches de verano en las aceras,
los cánticos de Mayo en el colegio,
la saeta que el aliento paraliza.
Aunque tarde, muy nítido me llega
el eco de mi ayer, de aquellos tiempos.

XXII
Y es posible que mañana nuevamente
recorra el laberinto de La Villa.
Y el cantar de las campanas se apodere
de este castreño ausente que camina.
Y la voz desgarrada de un saetero
consiga acelerar mi corazón;
pero se la brevedad de este reencuentro,
de este instante que anhela mi interior,
y se que este momento acabará,
y tendré que alejarme, como ayer,
y volver otra vez a fabricar
ese Rio Viejo que tanto idealicé.
Los sueños son sueños nada más.
No se porqué; pero tengo que volver.
XXI
Jornaleros, jornaleros,
conservad vivo el clavel,
que somos mas y podremos
volver de nuevo a tener
todos aquellos derechos.

Trabajador de la tierra,
acostumbrado a sufrir,
y otra vez de nuevo intentan,
no lo van a conseguir,
sumergirte en la miseria.

Campesinos olvidados,
con la cabeza bien alta
podéis recorrer los campos,
que los claveles aguantan,
y crecerán como antaño.

Un pueblo unido es capaz
de gobernar su destino,
unido podrá llegar,
tan solo si marcha unido
podrá seguir, caminar.

Andaluces, jornaleros,
demostrad a los demás
que los claveles y el pueblo
no se deben separar,
son dos almas en un cuerpo.

Jornaleros de la tierra
tenéis que ser un ejemplo
para otros pueblos que esperan.
Gentes de Castro, castreños,
sois de esa traca la mecha.

Jornaleros, campesinos,
es una prueba de fuego,
cuatro años y un destino,
y una lucha y un espejo
para aquellos que han perdido.

Jornaleros, se han secado
los claveles de otros pueblos,
debéis mimar estos campos
que vuestra sangre bebieron,
¡que poco tiempo ha pasado!.

Andaluces, campesinos,
España está vigilando,
se esconde entre los olivos,
en los surcos del arado,
los errores se han prohibido.

Tenéis que seguir luchando
para que el clavel no muera,
al revés, hay que plantarlo
en cualquier trozo de tierra,
un reto que hay que ganarlo.

Vigilan tus movimientos,
por eso no cabe error.
Campesinos, jornaleros,
el clavel y el corazón
son las banderas de un pueblo.

XX
Las campanas pregonan los horarios,
la Semana Santa ha quedado atrás,
la calma se apodera del lugar,
aun pululan los ecos de los "Pasos".
Y La Villa recobra su pasado,
es miércoles, un miércoles normal,
las nubes no consiguen preocupar,
cada uno colocado ya en su tajo.
Hoy mismo se acumulan los recuerdos,
son muchos los reencuentros de estos días,
si las calles tuvieran sentimientos,
si pudieran hablar, nos contarían
las muchas emociones que vivieron,
que algunos revivimos todavía.

XIX
Los almendros encalan sus fachadas,
pocas casas de ahora nos recuerdan
a todo un pueblo unido que blanquea
con cal viva las arrugadas tapias.
Y se sacan las túnicas del arca,
y las pesadas cruces de madera,
y en las casas preparan magdalenas,
y en secreto calientan las gargantas.
Ya estamos en cuaresma, poco queda;
algunos los billetes ya sacaron,
tal vez otros preparan las maletas.
Y todos los castreños que hay en Castro
ya lo saben, estamos en cuaresma,
debemos intentar ser menos malos.

XVIII
Las ocho de la tarde, primavera,
el vendedor a viva voz pregona:
"niños, barquillo de canela a gorda",
los nenes que se asoman a la puerta,
las madres que preparan ya la cena,
unos cuantos chiquillos que sollozan,
y se escucha insistente la voz ronca:
"a gorda va el barquillo de canela".
Los rostros de los niños resplandecen,
las lágrimas y mocos se han secado,
muy pocos saborean los placeres
del barquillo cada tarde pregonado.
A lo lejos la voz casi se pierde,
las bombillas se van iluminando.

XVII
De aquel olivo quisiera conocer,
el que vivió mis días de San Marcos,
las huellas de la rama donde atamos
el columpio que aquella cuerda fué.
De aquella rama quisiera conocer
el brasero que supo aquel pasado,
el olor que sacó de los garbanzos,
los sueños que escuchó de mi niñez.
Quisiera conocer de aquellos días,
esas cosas que no destruye el tiempo,
cual son las ilusiones compartidas,
como son esas fotos del recuerdo,
quisiera conocer toda la vida
de la rama que oyó mis pensamientos.

XVI
Yo tengo entre dos amores
mi corazón "repartío",
ahora vivo en Badalona,
"ayer" en Castro del Río.
Y no se cual de los dos
es para mí el preferido,
pues conviven todo el tiempo,
aunque se que son distintos.

XV
Ayer me avergonzaba de mi barrio,
donde fuí cuartelero en Candelaria,
muchas veces mi origen lo ocultaba,
reconozco mi error de aquellos años.
Ayer me avergonzaba de mi barrio,
donde fuí guerrillero en mil batallas,
en la orilla del rio nuestra cabaña,
a veces me esforzaba en ocultarlo.
Hoy se que la riqueza y la belleza
no siempre las sabemos descubrir,
a veces las tenemos a la vera,
y vamos deambulando por ahí,
apartándonos, no nos damos cuenta,
el Rio Viejo ahora es mucho para mí.

XIV
Es primavera, los días van creciendo,
un manojo de espárragos camina,
tras el verde manojo se perfila
del "peque" la gracia de su cuerpo.
Y muestra con orgullo su trofeo,
que será el gran premio de la rifa,
el pueblo entero siempre participa,
el "peque" es conocido en todo el pueblo.
Y recorre las calles y los barrios,
desde el Rio Viejo hasta el Convento,
y se adentra en la "plaza" pregonando,
por los bares de la Tercia va vendiendo.
Son momentos vividos, recordados,
a veces añorados, son momentos.

XIII
Doña Remedios, grande, grande en todo;
explicando Matemáticas, sencilla,
de tal forma que todos entendían
la materia conocida como coco.
"Aranda Primero" un gran piropo,
mis mejillas coloradas cual sandía,
cuando aquella mujer me requería,
el sudor se adueñaba de mis poros.
Las ecuaciones salían a la primera,
las incógnitas no se nos resistían,
Doña Remedios, tambien la gran maestra,
los exámenes "sin querer" se les caían,
una ayuda que todos aprovechan,
ninguno a rechazarla se atrevía.

XII
El rebelde tupé de Don Ramón,
el especial sonar de su calzado,
el respeto de todo el alumnado,
se palpa en el ambiente la tensión.
El eco de su relajada voz
se adueña del silencio que ha logrado
cuando el chirriar que emana de los pasos
enmudece parado en el rincón.
A ninguno se escucha respirar,
revueltos los muchachos y muchachas,
el límite del miedo ¿donde está?,
no es fácil señalar con una marca.
En mí aquel respeto vivirá
como faro brillante de mi infancia.

XI
Y mi madre no lo aprendió en la escuela,
la tortilla, un círculo perfecto,
cuatro radios formando ángulos rectos,
nosotros vigilando desde cerca;
enseguida llegaron las peleas,
ninguno quiere el trozo mas pequeño,
son iguales, nosotros no lo vemos,
ya es de noche, la hora de la cena.
Muy pronto todos juntos a jugar,
borradas al instante las rencillas,
recordando se pueden rescatar
las virtudes que los niños practican.
A veces no debemos añorar,
es mejor rescatar aquella vida.

X
La sombra de la choza fué puntual,
una mata de melón marca el momento,
con ritmo inconfundible, a lo lejos,
se acerca lentamente el Capitán.
Mas de media hora aun tardará;
esperamos que traiga algunos cuentos,
es muy emocionante ese momento
cuando en el serón podemos rebuscar.
Un tebeo del Jabato es suficiente
para satisfacer nuestros deseos,
y ese día lo leemos varias veces,
muchas tardes no llega tebeo nuevo.
Y las estrellas nos guiñan dulcemente,
y despues vigilan nuestro sueño.

IX
Colocado en el trono del rey moro
que la piñuela guardaba en sus adentros,
lográbamos vivir aquel momento,
las piedras brillaban cual tesoros.
La ilusión se adueñaba de los rostros,
el sol nos enviaba sus destellos,
nos turnábamos, todos el mismo tiempo,
y a soñar cerrando bien los ojos.
Como caballo un tronco de tabaco,
un palo mas pequeño como espada,
la piñuela la habiamos conquistado,
cada día se comienza una batalla,
y mañana con un nuevo caballo
seguiremos logrando mas hazañas.

VIII
El corral, nuestro patio de aventuras;
el gallo, el único, el monarca;
las gallinas, sumisas, agrupadas,
nosotros, atrevidos y sin dudas;
las almárcigas, usadas como grutas,
el gallinero, y a la vez la cuadra,
bello palacio de principes y hadas.
El corral en invierno se desnuda,
el pesebrón se vacia por completo,
la almárcigas ya quedaron limpias,
las gallinas buscando el gallinero.
Los niños que vivimos aquel día
aun tenemos muy vivo aquel recuerdo,
momento que añoramos todavía.

VII
La tiznada pizarra me esperaba,
varios trozos de tiza en la repisa,
mi maestro, de maestro presumía,
mi padre con orgullo me observaba.
La pizarra de lineas se llenaba
a cada petición que se me hacía,
de aritmética, tambien de geometría,
de diptongos, de ríos y montañas.
La vergüenza mi rostro enrojecía,
mi voz entrecortada se negaba;
sin embargo mis manos conseguían
que no necesitara las palabras;
doy las gracias al que inventó la tiza,
y tambien al inventor de la pizarra.

VI
Las calurosas noches de verano,
las estrellas dan luz a los caminos,
en una esquina charlan varios niños,
analizan las vidas de los astros,
del Universo perfecto que gozamos,
del que tal vez tan bien todo lo hizo.
Intentan dar respuestas con sentido,
y el sentido no es fácil razonarlo.
Y las noches suceden a los días,
y en Castro las estrellas brillan mas.
Los niños de aquel barrio no sabían
dar respuesta a tan bella realidad.
Pero todos narraban su teoría,
son perfectos los años y el lugar.

V
Un ojo de Don Juan en la mirilla,
se palpaba el calor de su mirada,
uno a otro los niños se avisaban,
pues allí todos, todos, ¿le temían?.
Pues ninguno a volverse se atrevía,
el silencio se adueñaba de la sala,
alguna débil tos nos recordaba
que Don Juan vigilaba todavía.
Esas horas de estudio tan eternas
no lograban jamás sus objetivos,
el miedo y el temor nunca te acercan,
te motivan el respeto y el cariño,
son momentos que siempre se recuerdan,
no es bueno despreciar lo que has vivido.

IV
Logramos enfadar al cantarero,
pues de día tenía que descansar,
los niños no paraban de gritar,
y a veces lograron con sus juegos
estropear sus tejas y su sueño;
entonces no sabiamos valorar,
era un patio ideal para jugar,
un oasis de rincones y momentos.
Y saber que algo malo se lograba
jugando en aquel corral prohibido,
era un reto que a todos agradaba,
supongo son así todos los niños.
Algunas tardes el humo se adueñaba
de la luz que llegaba desde el rio.

III
Y fueron largas noches veraniegas,
con pipas de melón acompañadas,
y los padres descansan en las casas,
las madres calentando las aneas.
Se palpan los sudores de la siega,
el calor con la noche se relaja,
una luz ilumina la fachada,
la música del cine que nos llega.
Los niños intentando descifrar
la palabra que el viento fué enviando,
y alguna vez se pudo averiguar
esa frase que nadie habia escuchado.
No hay escuela, se puede trasnochar,
para todos la noche es un regalo.

II
Ha llegado el circo a nuestro pueblo,
los altavoces gritan los horarios,
los carteles inundan cada barrio,
el problema mayor será su precio.
Y el rumor, si se trata con secreto,
el mensaje que todos escuchamos,
los animales podremos admirarlos,
y eso será por muy poco dinero.
Algunos ver las fieras consiguieron,
mi tia Antonia lo logra para mí,
la función es un caro privilegio,
con muy poco se puede ser feliz,
debemos mantener este recuerdo,
aquel circo está a punto de morir.

I
La Bartola mostrando su hidalguía
en la blanca pared recién pintada,
portería de los niños que jugaban
con la única pelota que tenían,
que en una breve charca se caía,
y en la limpia pared dejó sus marcas
cada vez que el portero no paraba,
cada vez que otro gol se conseguía.
La señora gritando a los muchachos,
que se marchan corriendo sin destino,
de buena tinta se que no eran malos,
ni la mujer que grita, ni los niños
que en la calle precisan otro campo,
muchas veces no era fácil conseguirlo.

lunes, 21 de junio de 2010

RINCONES

XII
Casi al final de la trocha,
para evitar la enorme curva del barrero,
se encuentra una humilde poza,
para la coqueta luna un bello espejo.

Parada obligada de gañanes,
también de segadores y muleros,
de niños que cuidaron melonares,
de un tiempo pasado, de otro tiempo.

El pozo de las monjas fué testigo
de la tierra y el hombre confundidos,
de un pasado que pronto volverá,
de un presente que tiene marcha atrás.

XI
El campanario domina La Villa,
resalta su silueta desde el campo,
sus murallas aun siguen vigilando
otros barrios que huelen a campiña.

Desde lejos los olivos vigilan,
perfecta formación, como soldados,
como niños de un domingo de hace años,
cual romanos que la calle alta enfilan.

La Villa, con sus calles empedradas,
escuchando en las campanas los horarios.
La Villa, escondida en las murallas,
desde lejos, solamente el campanario,
nos muestra de este barrio su fachada,
La Villa, los domingos, mi pasado.

X
Este rio que en Castro es solo arroyo
llevará mis suspiros a la mar,
y mis dudas tambien se llevará,
mezcladas con pavesas de rastrojos.

Este espejo que ha visto mis enojos,
los asume sin preguntarme mas,
y a los mares del mundo contará
de mi alma castreña los piropos.

Este río que en Castro se recrea
contará las historias de este pueblo,
narrará de su gente las vivencias,
cantará las canciones del paseo,
llenará de suspiros nuestras huertas,
mandará tu sonrisa al mundo entero.

IX
La calle Casas Nuevas
te lleva hasta el Calvario,
por la mañana la calle huele a pan,
Joselito, el panadero de este barrio,
hace poco se acaba de acostar,
huele a pan y a molletes,
y a "madalenas" que aun están calientes,
y a trigo molido, y a bondad.
Un poco mas arriba, por la izquierda,
la tienda familiar de los Viudez,
y las campanas de la Ermita que saludan,
y los burros cargados con arena
que vienen del "cascajar",
y las piaras de cabras que ya se van a encerrar.
La calle Casas Nuevas, obligado recorrido
las tardes de futbol de aquel tiempo.
Por las tardes huele a rezos,
a rosarios que caminan poco a poco,
a vestidos oscuros, velos negros,
y arriba, allá en el fondo,
la ermita de la Virgen resplandece,
su fachada da luz a todo el barrio,
y despues, cuando oscurece,
las estrellas dan luz a todo Castro.

VIII
El Casino de Artesanos, guardado
por la vieja muralla del Castillo,
fué lugar de reunión de algunos niños
que gozan de la tele de esos años.
Trasladado el Casino de Artesanos,
en parking para coches convertido,
y en mi recuerdo suena el "jardinito",
que no se si tal vez lo habré soñado.
Aun recuerdo la manta en la pantalla,
las reservas de sillas a Don Juan
cada vez que un partido de importancia
se adueña de las tardes del lugar,
al sabio que la manta nos quitaba,
un rincón que jamás podré olvidar.

VII
Las nueve de una mañana cualquiera,
de bote en bote la calle Caridad,
ambos puentes recobran ya la paz,
rejuvenece la calle Corredera;
y el Llano del Convento es una fiesta
de unos niños que acaban de lograr,
y entonces no supieron valorar
de aquel logro sus grandes consecuencias.
Y conviven los niños y las niñas,
y se mezclan los pobres y los ricos
que vienen del Rio Viejo o de La Villa,
cargados de ilusiones y de libros,
no nos dábamos cuenta en esos días
el gran salto que habiamos conseguido

VI
Justo enfrente el granero, mi recreo,
un poco mas arriba la piñuela,
en el balcón ondeando la bandera,
la leche preparada en el barreño,
en el aire palpabas el respeto,
los maestros controlaban la limpieza,
éramos todos niños en mi escuela,
simplemente porque eran otros tiempos.
En Mayo se rezaba cada día,
y pienso que no miento cuando digo
que aquellos mozalbetes lo sentían.
Ahora mismo todo eso está mal visto,
y no es justo que alguien tenga la osadía
de medir los valores de esos niños.

V
Cuesta de los Mesones, Feria Real,
un arco iluminado te recibe,
recibía, hace tiempo que no existe,
y es posible que nunca existirá.
Los niños de ahora mismo no podrán
con tan poco lograr ser tan felices;
sin posadas, ninguno ya revive,
es dificil, la vida del lugar.
No existen ya fachadas arrugadas,
pues nadie se ocupó de mantenerlas;
en lugar de las casas empedradas
las voces del Mercado te despiertan;
la plaza San Fernando está enfadada,
y al final de la cuesta nos observa.

IV
Casas Nuevas, si subes paseando
notas que la Ermita se te acerca,
y una piscina enorme son las eras,
la Virgen ilumina todo el barrio,
y un campo de deporte es el Calvario,
y el de futbol son ahora las escuelas,
y las "cábilas altas" son tabernas,
y si sigues te adentras en el campo.
Las eras, días de recreo de otros tiempos,
ahora mismo piscinas vigiladas,
y no puedo decir lo que es mas bueno
pues son rincones bellos de mi infancia,
y ya sabes que a veces los recuerdos
son mentiras que inventa la distancia.

III
Rio Viejo, con las huertas a la vista,
el Guadajoz consiguió alguna riada,
desde el Altillo el niño lo admiraba,
la cuesta hasta el herrero era temida.
El cantarero de humo nos cubría,
la Bartola aun sigue donde estaba,
las cloacas están todas tapadas
y el barro de ayer pasó a otra vida.
Si el Rio Viejo supiera de palabras,
seguro que hablaría del zapatero,
de la casa de citas, de los Rana,
de la imginación de aquellos juegos
de unos niños que solo precisaban
un lapo, ya lo sabes, solo un hueso.

II
Puente Viejo, un arroyo el Guadajoz,
Setiembre, la calle de Los Molinos,
que aun conserva en su ambiente los suspiros
de un invierno que hace años que murió.
El kiosco, para el frio lo mejor,
la copa de aguardiente quita el hipo,
y allana las pendientes del camino,
y mejora de todos el humor.
El Paseo, que era enorme en mi recuerdo,
se convierte en un rincón muy especial,
donde se oyen a veces los silencios,
las miradas se pueden escuchar;
solamente es un parque muy pequeño,
que nos deslumbra, cuando es Feria Real.

I
La Villa, fortaleza de otro tiempo,
aislada y protegida de otros barrios,
por encima del hombro va mirando.
Tres pendientes custodian sus adentros:
en la calle Alta empieza El Agujero,
cuyo nombre refleja su pasado,
la subida y una brecha nos dan paso;
y la Cuesta Santo Cristo un nuevo reto,
que va desde la Plaza San Fernando;
y por último desde la calle Ancha,
la puerta principal, Cuesta de Martos,
y el Santo que procura vigilancia;
es un barrio que vive todo el año
el bello eco de la Semana Santa.

miércoles, 9 de junio de 2010

OTROS CAMINOS

Soñar despierto es vivir
y elegir la carretera.

El que duerme no se entera
que no ha podido elegir.

Soñar dormido es dormir.

Soñar despierto es la meta
de todo aquel que pelea
para intentar conseguir.

Soñar despierto es vivir,
encauzar la vida entera.

La parca siempre recuerda
de cada sueño su fin.

IX
Las rutas que marqué se han esfumado,
las marcas eran firmes, contundentes;
sin embargo, hoy se muy de repente,
que el destino no puedes prepararlo.

Las metas que mis sueños fabricaron
poco a poco se van, desaparecen,
y aunque se que al final está la muerte,
muchas rutas marcadas se han borrado.

Las metas, los destinos, las vivencias,
alguna vez cumplieron los deseos,
aunque muy pocas veces se ha logrado
que las marcas perduren en la arena.
Mis rutas se borraron con el tiempo,
no llego hasta el destino preparado.

VIII
Si nuestro sol pudieran controlar
lo mismo que el dinero lo controlan,
si los mismos que aprueban las reformas
las tuvieran que por ley utilizar.
Si nuestro sol pudieran controlar
mi vida  no saldría de la sombra,
menos mal que el sol no lo controlan,
menos mal, menos mal y menos mal.
Agradezco el privilegio que tengo,
en la vida se debe agradecer,
este sol que aun no tiene dueño,
es igual para todos, y tal vez
si no luchamos juntos perderemos,
esta luz y este sol los perderé.

VII
Si te acercas a un cruce de caminos,
y no sabes que ruta has de tomar,
sigue recto, no tienes que dudar,
la derecha y la izquierda se han perdido.
Si está en el centro el corazón herido,
y notas que no puede caminar,
no esperes que te vengan a ayudar,
tus miembros no querrán tal sacrificio.
Si te acercas a un cruce, no lo dudes,
siempre al frente, camina siempre recto,
las dudas no son buenas consejeras,
y el diestro pone trabas al izquierdo,
y al contrario tambien ocurre igual
el zurdo pone trabas al derecho.

VI
Nunca camines solo, por si acaso,
pero se cuidadoso cuando elijas,
no atiendas solamente a lo que digan,
de los hechos si tienes que hacer caso.
No te hundas si te encuentras un fracaso,
que el éxito te espera mas arriba,
y elige nuevamente, no te rindas,
si fallas otra vez, sigue buscando.
Seguro que hallarás un compañero
con el que compartir tus ilusiones,
y si no lo encontraras, lo primero,
lo importante, que imperen tus razones,
que no tuerzan tus nobles sentimientos,
que no aparezca mancha en tus renglones.

V
Como cambian, como cambian los tiempos,
hace cincuenta años en mi barrio,
las mujeres trabajaban en el campo,
trataban de ocultarlo a todo el pueblo,
y tapaban su rostro con pañuelos,
con sombreros, ya sabes, con engaños.
La moda del moreno llegó a Castro
importada por escasos veraneos.
Y la gente creyó que ya era igual,
pues los rostros morenos confundían.
Y la crisis consigue despertar
a un pueblo acomodado que dormía.
Los de abajo no pueden bajar mas,
tendrán que bajar algo los de arriba.
***
Como cambian, como cambiamos todos,
no sabemos si al final de esta contienda,
las mejillas se taparán con telas,
con sombreros que oculten nuestros rostros,
y otra vez reinarán los viejos tordos,
imponiendo las nuevas diferencias,
cada vez mas distantes, mas obscenas,
desde arriba no ven de abajo el lodo.
Esta lucha jamás terminará,
aunque a veces convivan relajados,
muy pronto los de arriba intentarán
mantener las distancias; sin embargo,
de vez en cuando alguno logrará
desde abajo llegar a lo mas alto.

IV
La vida solamente son caminos,
que no todos podemos elegir,
!que suerte del que pudo decidir
por donde caminar a su destino¡.
Y mi interior de jaramagos lleno,
y en mis afueras tengo zancadillas,
y no puedo ni ver si la otra orilla
es igual que la selva que ahora tengo.
Y aunque siempre lo intento nada veo,
los jaramagos no dejan avanzar,
ni tan siquiera ver que encontrarás,
y a veces la otra orilla no está lejos.
La vida son caminos nada mas,
la distancia nosotros la ponemos.

III
Supongo que has oido comentar:
"que van a Roma todos los caminos",
seguro que tambien habrás oido:
"de allí mismo acabamos de llegar".
Y nadie miente, dicen la verdad,
porque al final llegamos al destino,
y sabemos muy bien que no es lo mismo
caminar tantas veces para atrás.
Supongo que tu has dicho alguna vez
eso mismo que tanto has escuchado,
y seguro que has vuelto a recorrer
el sendero que ya palpó tus pasos,
supongo que yo tambien lo haré,
seguro que el final está esperando.

II
Si quieres valorar las dimensiones
de la hormiga, tal vez del elefante,
verás que muchas cosas son mas grandes,
y muchas, pero muchas, son menores.
La grandeza, si no hay comparaciones,
no la vemos teniéndola delante,
y a veces no se logra, aunque compares,
percibir las pequeñas ilusiones.
Los caminos también tienen tamaños,
pues pueden ser angostos, luengos, cortos,
curvos, rectos, altos, bajos y largos,
y es seguro que todos tienen polvo;
aunque muchos lo ignoran, van volando,
y por esos caminos no hay estorbos.

I
Cuando andamos, no es fácil muchas veces
decidir en un cruce de caminos,
adonde nuestros pasos dirigimos,
somos muy torpes, casi erramos siempre.
Tal vez no sean las sendas diferentes,
pues las personas que hayan elegido,
eso creemos, caminos muy distintos,
es fácil que al final muchos se encuentren.
Los senderos no son buenos ni malos,
tal vez no sean iguales, ¿parecidos?,
que somos los humanos los que erramos,
y todos disculpamos nuestros vicios;
hay fuertes subidas, grandes llanos,
muchas veces enormes precipicios.

domingo, 30 de mayo de 2010

OTROS TESOROS

XIV
En recuerdo de mi amigo Paco Cano, que murió muy joven
de "Insomnio letal familiar", una enfermedad rara que te mata
de agotamiento. Se la detectaron, suele ser hereditaria, y a los
ocho meses moría.

Su voz murió muy pronto, demasiado;
sin embargo, su mirada decía,
con palabras mas claras todavía
que aquellas que salieron de sus labios,

todos los pensamientos delicados
que la voz pocas veces transmitía,
y Paco muy deprisa se moría,
y no llegó a cumplir cincuenta años.

La voz de su mirada no dormía.
Y hasta el último instante nos contaba
sus mas reservados sentimientos.
Y nunca se quejó. Y agradecía
con las pupilas ya casi agotadas,
o con sus torpes manos, cualquier gesto

XIII
Te pasas la vida acumulando bienes,
desprecias los que tienes a tu lado,
aquellos que al final son mas preciados,
y entonces ya muy pocos los ofrecen.
Pasas la vida enfadando a tu gente,
pues somos exigentes, demasiado,
algunos ya nos hemos olvidado,
los otros, van llegando, como siempre.
Y la vida muy poco necesita,
hay cosas que no las precisamos,
y no nos las llevamos nadie encima,
y todos aun seguimos peleando,
sabiendo que nos sobra la mochila,
hasta el último instante la llenamos.

XII
Dentro del mar te quisiera esconder
y serías mi tesoro para siempre,
dentro de un cofre de oro, reluciente,
en una ola que nadie pueda ver.
Y ninguno jamás podrá saber
donde guardo la llave, donde duermen
aquellos secretos que se tienen,
esas cosas que ansiamos retener.
Y dentro de esa ola impenetrable
guardaré con gran mimo unos momentos,
tal vez tan solo sea un instante;
pero es mío, y vive en mi recuerdo,
un momento especial, muy entrañable,
la llave la perdí, ya no la tengo.

XI
Las cinco de la tarde, es domingo,
y la plaza de toros en silencio,
el cartel de la puerta está muriendo,
hace tiempo que sigue siendo el mismo.
Los toros ya no cuidan los caminos,
las corridas de toros se prohibieron,
los amantes de la fiesta han de ir lejos
para escuchar esos oles tan taurinos.
De criar mas toros bravos dejaremos,
de fabricar capotes y monteras,
de admirar del caballo el bello quiebro,
de aplaudir de los maestros su destreza.
Son las cinco de la tarde, y en el ruedo
se confunden el silencio y la arena.

X
La sangre lentamente va fluyendo,
el oro cuatro duques lo controlan,
en los campos reluce la amapola,
los jaramagos se adueñan de los pueblos.
Va cambiando el pendón de aquellos tiempos,
la sangre ya no es tal, es otra cosa,
del oro se ha perdido hasta su aroma,
de ambos no queda ni el recuerdo.
El rojo, que era sangre hace unos años,
permanece abolido en toda España,
el gualda, los tesoros del pasado,
hace tiempo que nadie los extraña´
Hoy tenemos un rio de jaramagos,
dos mares de amapolas, rojo y gualda.

IX
España, tierra de paso de pueblos,
noble cuna de tantos elegidos,
donde las estrellas jamás pierden el brillo,
donde la luz nos llega desde el cielo.
España, la España de Quevedo,
tambien la España de Carrillo,
de los pepes, los pacos, los camilos,
se aparta lentamente del sendero.
Hace años que yace anestesiada,
la sangre de su gente helada está,
pobre pueblo sin metas, pobre España,
que aunque herida no puede ya sangrar,
pues sus venas se encuentran congeladas.
Seguro que algún día despertará.

VIII
(Recordando a Miguel Hernandez)

Y aunque siempre tu verbo me cautiva,
a veces se me pierde tu intención,
y preciso releer cada renglón,
y aun así no resuelvo la deriva.
Muy tarde Don Miguel te descubría,
me apena todo el tiempo que voló
sin ver lo que tu pluma dibujó,
sin saber que tu vida era la mía.
Y seguiré buscando entre tus versos
todos aquellos que escribiré mañana,
y seguiré usándote de espejo,
y seguiré leyendo lo que callas,
intentando llegar hasta tu cielo,
procurando pulir cada palabra.
***
Te descubrí muy tarde Don Miguel,
y en el lecho de tus letras me veía,
las cabras en olivos convertidas
cada vez que en tu espejo me miré.
Habia escuchado tu nombre alguna vez,
sin embargo, al leer tu biografía,
en los primeros años de la vida,
no sabría decir quien era quien.
Mis versos no penetran cual los tuyos,
y mis carnes no soportan tus heridas,
tu serás desde ahora mi estandarte,
te elijo desde hoy mismo como guía.
Te descubrí muy tarde Don Miguel,
¡que suerte que al final te descubría!.

VII
Se que no soy viejo todavía;
sin embargo, las cenas abundantes
ya no las soporto igual que antes,
y de eso tan solo hace unos días.
También se que hay mas cosas en la vida,
si alguna vez la vista me fallase,
el oido también puede deleitarme,
y tal vez el calor de una caricia.
Otros tesoros debo preparar
para cuando se agoten los que tengo;
se que no soy viejo, viejo el mar,
que es dueño de tesoros gigantescos;
y se que no soy viejo, soy quizás
diferente, distinto, nunca viejo.

VI
Ese árbol que hace tiempo pereció
porque no fué cuidado con cariño;
el pajáro que se quedó sin nido
porque algún ser humano lo pisó;
el banco que la gente abandonó
porque otro lo convirtió en añicos;
aquella fuente fresca, por descuido,
hace tiempo que a ninguno refrescó;
aquel árbol ya nunca aliviará
el sudor del cansado caminante;
el pájaro jamás le cantará
al que no se paró para ayudarle;
en el banco ya no se sentarán
y en la fuente no se detiene nadie.

V
De la palmera verde de mi parque,
nadie duda de cual es su color,
lo sabemos, ninguno sentenció
lo que se que el otro tambien sabe.
Lo que no puede ser es que se engañe,
que digas que no es verde, que es marrón,
tan solo porque alguno recordó
los colores que inundan nuestras calles.
Si tu vecino cuenta la verdad,
lo contrario seguro que es mentira;
no debemos mentir para negar
todo aquello que los demás afirman;
los políticos lo suelen practicar,
y en la calle se aprende muy deprisa.

IV
No quiero arrepentirme nunca mas
de las dudas que ayer no realicé;
de aquello que impidió mi timidez,
de los momentos que hoy quiero olvidar.
Ya no puedo volver a recordar
esas cosas que apenas si soñé,
los lugares que nunca visité,
aquello que no supe pronunciar.
Es mejor que critiquen tus errores,
porque las dudas no te contuvieron,
que ignorar el olor de algunas flores,
pues solo las mirastes desde lejos;
es mejor probar todos los sabores
aunque amarguen, sino no lo sabremos.

III
No me interesa conocer la biografía
del monarca que todo lo heredó,
y jamás a ninguno preguntó
si tanto honor del pueblo merecía.
No me interesa conocer la biografía
del que gobierna siendo un dictador,
del cardenal que tal cargo logró,
de aquellos que se aferran a la silla.
Me interesa saber la biografía
del pastor que conoce a cada cabra,
del médico que a cualquier hora del día
atiende a las familias olvidadas,
del sacerdote que reparte su comida
y a veces para él no queda nada.

II
Me gustaria aprender a valorar
lo que tiene valor en esta vida,
dos horas de cariño compartidas,
o disfrutar con un trozo de pan.
Tal vez alguna vez llegué a escuchar
que un rico a un mendigo le pedía
el hambre que aquel pobre traslucía,
al otro le faltaba su manjar.
Siempre queremos aquello que nos falta,
los ricos tener siempre apetito,
los pobres tener llena la capacha;
no es posible, así es nuestro destino,
no quita el apetito la abundancia,
sino la cantidad que hemos comido.

I
No puede ser que se equivoquen todos,
pues tal vez solo yo esté equivocado,
no premio lo que el mundo está premiando,
porque sigo buscando otros tesoros.
Enseguida pensamos en el oro,
que todos disfrutamos amasando,
el tesoro valioso sigue al lado,
sin ocultar jamás a nadie el rostro.
Y seguimos deseando la riqueza,
la riqueza que todos conocemos;
sin embargo, llamando a nuestra puerta,
hay tesoros que nadie ha descubierto;
porque no nos deslumbra su apariencia,
porque son muy valiosos y discretos.

sábado, 29 de mayo de 2010

OTROS SENTIDOS

XVI
Que no es lo mismo vivir que convivir,
que la vida se alarga con la ciencia,
que se acorta cada día la convivencia,
un camino que puedes elegir.

No debes tantas prisas permitir,
casi siempre son malas consejeras,
las tertulias de ayer en las aceras,
ahora mismo se pueden conseguir.

Lo valioso se debe valorar,
el trato entre personas lo primero,
que no es lo mismo vivir que convivir,
en la escuela no lo suelen enseñar,
con los años lo vamos aprendiendo,
un camino que hoy puedes decidir.

XV
Despues de muchos años cultivando,
he logrado que algunas remembranzas
en la memoria se hicieran lozanas,
muchas veces se abonan demasiado.

La distancia mantillo para el campo,
y consigue resultado si se labra,
sirviéndonos de riego la nostalgia,
que resucita sueños olvidados.

El tiempo es el estiércol que da vida,
distancia y  nostalgia son abono,
tal vez aboné mucho mi tierra;
pero se que la culpa es solo mía,
y tambien se muy bien que no estoy solo,
y no es bueno que sea buena la cosecha.

XIV
Pensé que mis pensamientos
en mis adentros morían,
como la sangre del cerdo
que acaba siendo morcilla,
cual la raiz del almendro,
cual la luz de la bombilla.

Pensaba que lo que pienso
de mi mente no salía,
como un baúl de recuerdos,
como una noria que gira,
cual el enorme cencerro
que del rebaño es el guía.

Ahora se que lo que pienso
tiene alas, tiene vida,
cual los suspiros, los besos,
igual que la golondrina,
como el aire cuando es viento,
los versos de una poesía.

XIII
Aquellos que mañana me recuerden,
si es que alguno me quiere recordar,
que se enteren que tuve que emigrar,
que el castreño lo es hasta la muerte.

Que conozcan la suerte del que puede
nacer, vivir, morir sin extrañar
un paisaje, una forma de hablar,
los aromas que nacen del aceite.

Que los años me hacen mas castreño,
que respeto la tierra donde vivo,
donde mis hijos y nietas nacieron,
donde sin cadenas soy cautivo.
Si alguno me coloca en su recuerdo
que sepa que nací en Castro del Río.

XII
Pensé que el viento dormía;
pero el aire nunca duerme,
escuché lo que decías,
esas cosas que no quieres
que en el viento confundidas
a la vera de otros lleguen.

Pensaba que dormía el viento;
pero nunca duerme el aire,
escuchastes mis silencios,
lo que no he contado a nadie,
esos íntimos secretos
que la almohada comparte.

Que dormía el viento pensaba;
pero el aire siempre vela,
debes cuidar las palabras,
las que sacas, las que entras;
pues el aire al viento llama,
se entera, y nos lo cuenta.

XI
Soñé que un sueño que tuve
de otro sueño se escapó,
los sueños son como nubes,
como nubes de algodón,
navegando por el cielo
cual verdades y mentiras,
que vuelan al mismo tiempo,
y navegan confundidas.

Soñé que un sueño que fué,
de otro había salido antes,
como las olas de ayer,
y de los rios los caudales,
el agua siempre está ahí
cogiendo forma distinta,
lo mismo me pasa a mí,
mis sueños tienen su vida.

X
Crecen juntos el dolor y los versos,
el sufrimiento logra reavivar,
muchas veces tan solo es despertar
el profundo letargo de los genios.
Esos grandes poemas que nacieron
recogiendo de las lágrimas la sal,
esas plumas que supieron suspirar
por los muchos suspiros que vivieron.
El dolor y los versos juntos crecen,
separados se pierde el objetivo,
los paisajes se ven muy diferentes,
según como se miren son distintos.
Los mas bellos poemas siempre duelen,
crecen juntos, muy juntos, van unidos.

IX
Ya lo sabes gobernante,
sube el precio del arroz,
y ya verás que hasta Dios
a sus fieles lo reparte.
Para valorar, ya sabes,
encareces el valor,
creerán que sabe mejor
si mucho dinero vale.
No pregones por las calles,
procura ocultar tu voz,
que piensen que alguien prohibió
tan exquisitos manjares.
Y ya verás como nadie
quiere ignorar el sabor
del plato que se ocultó,
llegando a ser deseable.

VIII
Caminar por un campo de amapolas,
aspirar las delicias del jazmín,
admirar un arco-iris en Abril,
notar la caricia de una rosa,
escuchar el murmullo de las olas,
conocer a la muerte sin morir,
disfrutar de aquel sueño que viví,
palpar de los silencios las estrofas,
ver la Tierra desde una nube blanca,
acariciar una a una las estrellas,
visitar de la luna sus montañas,
dibujar las pisadas en la arena,
recorrer de los bosques sus entrañas,
sentir que tu suspiras a mi vera.

VII
La Tierra nunca puede ser odiada;
las montañas, los árboles, los ríos,
las miradas, los besos, los suspiros,
las estrellas, la luna, las mañanas,
el aroma, los pájaros, las playas
ni el idioma ni el país han elegido,
y no saben que alguno ha decidido
poner a un mismo río varias vallas.
La Tierra se parcela mas y mas,
cada trozo que quiere ser nación;
sin embargo, no intentan mejorar
del Planeta su grave situación.
Nos dicen que debemos reciclar
a los pobres, ¡que gran preocupación!.

VI
Saborear los recuerdos es vivir;
pero apenas vivimos el presente,
enseguida en recuerdo se convierte,
y el futuro aun tiene que existir.
Lo que acaba ahora mismo de ocurrir
vivirá en el pasado para siempre,
mientras haya un humano que recuerde,
mientras alguien lo quiera revivir.
La brevedad del ahora nos impulsa
a instalar nuestra vida en el pasado,
ese libro con páginas escritas,
y que no nos ofrece ni una en blanco,
ese libro que todos escribimos,
y que incluso alguna vez saboreamos.

V
Quien dijo que el instinto no era amor
y no es lo mismo el cariño y el deseo;
quien no alaba la grandeza de un beso
ni sabe la ilusión de la pasión.
El que nunca jamás se enamoró
y en sus carnes no toca lo que es eso.
Todo aquel que no sabe si está enfermo,
y tal vez el cariño lo enfermó,
no puede hablar de amor a los demás;
porque aquel que jamás reconoció
que lo tuvo aparcado en su portal
no puede dar a nadie una lección.
Jamás sabré si es una enfermedad,
aunque cuentan que se ha muerto de amor.

IV
Y sigo agradeciendo tanta suerte,
tantas horas gozando tu presencia,
tantas noches teniendote tan cerca,
tantos años palpando que me quieres.
Ayer me vino a recoger la muerte,
pero tu la apartastes de mi vera,
y pude conocer a mis dos nietas,
y a ti tal vez consiga conocerte.
Quiero darte las gracias por vivir,
por todos los momentos que me has dado,
pues tal vez ni uno solo merecí,
y quizás no hayan muchos tan premiados;
que suerte, cuando ayer te conocí,
que suerte, porque sigues a mi lado.

III
Primero tu perfume va llegando,
muy pronto voy notando tu calor;
enseguida percibo de tu voz
la música que tu me has enseñado.
Y noto las caricias de tus labios,
de tu estampa me llega el resplandor,
de tu suspiro noto hasta el color,
de tu silencio se lo que has callado.
Y siempre reconozco tu presencia
porque son mis aliados los sentidos,
si no escucho muy bien como te acercas,
ni logro tus aromas percibirlos,
y ni el gusto ni la vista me alertan,
el tacto me dirá si estás conmigo.

II
No puedo recordar, aunque lo intento,
los rostros que mi infancia conoció,
que suerte tiene Dios, que siendo Dios
no precisa volver hasta otro tiempo.
Las imágenes a veces van viniendo,
muchas de ellas ninguno reclamó,
y nadie quiere ya escuchar la voz
de aquel que se marchó de su recuerdo.
Hay rostros que no consigo ver,
aunque están ocupando mi memoria;
hay voces que jamás nunca escuché,
y que hoy me siguen y presionan.
Quisiera recordar lo que olvidé,
y quisiera olvidar algunas cosas.

I
Disfruto de mi ansiada soledad
si noto tu presencia muy cercana;
sabiendo que regresas cuando marchas,
disfruto cuando veo tu regresar.
La soledad con rápido final
es un placer que a nadie desagrada,
es un oasis, es una carcajada,
es un trocito de felicidad.
Estoy solo escribiendo este soneto,
y soy feliz sabiendo que estás cerca,
que enseguida muy juntos estaremos;
cuando acabe de escribir este poema
te diré cuanto te amo con un beso,
la soledad así es casi perfecta.

martes, 18 de mayo de 2010

PALPITACIONES

I
Sufrí al cortar la rosa
mas bella del jardín,
pero aquel sufrimiento
lo soporté por tí.
Sufrí la enorme angustia
de aquel que está dañando
la vida de otro ser.
Sufrí, cuando mi mano,
temblando torpemente,
cortó el delgado tallo.
Sufrí por no saber
si adornaria tu encanto.

V
Subí hasta el cielo,
por sacudir
las nubes negras,
por ver si allí
estabas presa.
Nadé hasta el fondo
del Guadajoz,
por ver si estabas,
mi dulce amor,
junto a sus aguas.
Busqué tu cuerpo
por todas partes,
aunque tu esencia
junto a mi late,
porque me quema.
Luché por verte
y sin embargo
cuando te ví
disimulando,
corriendo huí.

X
Si algún día no puedo verte,
por no tenerte a mi lado,
preferiría que mis ojos
no vieran casas, ni campos;
se quedaran sin visión
si no pueden ver tu encanto.
Si no pudiese llamarte,
por marcharte de mi lado,
preferiría que mi voz
no saliera de mis labios;
si ya no puedo llamarte,
¿para que seguir hablando?.
Si no pudiese tocarte,
porque te fueses muy lejos,
preferiría que mis manos,
preferiría que mis dedos
no tuvieran tacto alguno
para cualquier otro objeto.
Si no pudiera tocarte,
si no he de verte jamás,
si no pudiera llamarte,
de nada me servirá
tener manos, ojos, voz,
vida. Ya todo me dará igual.

XV
Para que todos mañana sepan
la breve vida de nuestro amor,
para que el mundo siempre nos vea,
si nos añora, mucho mejor;
para que el hombre que haya en la tierra
pueda ver lo que quizás murió;
para que aquellos robots que tengan
tan solo vida pero no amor,
puedan mirar nuestra existencia,
como un oasis que feneció;
para que aquellos que no comprendan
esas poesías que hablan de amor,
sepan que antaño los hombres eran
como el poeta los describió;
para eso puse en la corteza
de un viejo roble nuestra inscripción;
para que todos noten al verla
que habían dos vidas y un corazón,
que tu y yo fuimos música y letra
del estribillo de una canción;
quizás entonces, cuando comprendan
lo que les digo con la inscripción,
todos a coro lloren de pena,
porque no sepan nada de amor.

XIX
Pregúntale si quieres,
pregúntale si dudas
de mi sincero amor;aa
pregúntale a la luna
que oyó mis pensamientos,
pues ella te dirá
de mi callado amor
su enorme intensidad;
pregúntale a la luna
que vigiló mi sueño,
que recogíó mi voz
cuando te hablé durmiendo;
pues ella fué testigo
de mi pasión sin freno;
pregúntale a la luna
si no me crees sincero,
pues ella mejor sabe
que yo cuanto te quiero;
pues ella me escuchó
decir tu nombre en sueños,
y yo tan solo se
que te quiero despierto.

XXIII
Se que suspiras, mujer,
porque se escucha en el viento
la voz de tu pensamiento;
porque antes de nacer
en tu garganta un suspiro
logras que el eco me llegue;
porque antes que tu mente
conozca que ya ha nacido
la intención de suspirar,
se que muy pronto en tus labios
aparecerá el encanto
de algún suspiro fugaz.

XXVII
La blanca luna, de un punto blanco
lejano y breve se enamoró,
de aquel lucero casi apagado
que desde entonces resplandeció;
pero las nubes, que habian notado
de aquellos seres su gran amor,
ennegrecidas con un gran manto
de envidia y celo, los separó.

Un pajarillo, a una flor tierna
como la infancia, se aproximó;
su idilio fué de mas belleza
que el mas cantado del trovador;
pero es muy breve la primavera,
y con su muerte tambien murió
el bello sueño de esta pareja,
porque la rosa se marchitó.

Las hojas secas del secadero
fueron del grillo su gran mansión;
aquellas matas, que desde el techo
penden de un hilo, le dan calor;
vivieron juntos por algún tiempo,
canción y hogar, surgió el amor;
pero los vicios, que siempre fueron
fieles al hombre, los separó.

Una cigarra canta contenta,
porque es besada con gran pasión
por ese rayo de rabia intensa
que en el verano brota del sol;
pero los besos muy pronto menguan
su abrasadora llama de amor,
y la cigarra muere de pena
cuando el verano ya se marchó.

Mi mente, libre, como las cosas
mas liberadas de la creación,
de tu figura, bella entre todas
las cosas bellas, se enamoró;
cuando mi mente fué presurosa
por confesarte tan grande amor,
cuando mi mente casi lo logra,
mi torpe cuerpo la abandonó.

XXIX
Me cautivó el resplandor
que adornaba tu contorno,
me hechizó la blanca luz
que besaba tus adornos,
recé porque aquel instante
fuera eternamente así,
rogué porque la aureola
que regaba tu perfil
fuera tu sumisa sombra,
porque nunca se alejara
de tu contorno sin forma
tu semejanza a las hadas.
Después el sol se ocultó,
y lo mismo que tu sombra,
se fugó tu resplandor;
y pude admirar tus formas,
sin añorar el momento
que la luz te acariciaba,
y di las gracias al cielo
porque seguías siendo humana.

AÑORANZAS

I - Homenaje a mi tio
     Pedro Gutierrez

Quise mucho al Capitán,
aunque no supe notarlo.
Quise mucho al Capitán,
Capitán de los Romanos,
en su loca mocedad.
¡Cuantas veces me contó
su brutalidad pasada!.
¡Cuantas veces me invitó
a conocer su alocada
vida llena de valor!.
¡Cuantas cosas aprendí
de su torpe moraleja!.
Aunque ayer no comprendí
de su consejo la esencia
que me enseñaba a vivir.
Quise mucho al Capitán,
aunque no supe notarlo;
ahora que en el Cielo está
seguro que está palpando
de mi amor su intensidad.

II - Homenaje a mi padre
      Luis Aranda

Cuando deja el segador
su camisa en la pileta,
al poco de regresar
de su labor en la siega;
los pequeños se aproximan
a la prenda con afán,
y la colocan de pié
esperando que eche a andar.
Y cuando la brisa breve
de la tarde la acaricia,
parece que un invisible
cuerpo en ella se cobija.
Los pequeños creen que vive
un fantasma en su interior,
y no saben que la vida
que la prenda recibió,
nació del duro trabajo
bajo el deslumbrante sol,
nació del sudor callado
que brotó del segador.

V
La verde mata
se eleva al cielo,
su flor la adorna
como un sombrero.
La hilera recta
llega hasta el sol,
como un desfile
de la legión.
Crece el tabaco
junto a la choza,
que es para el niño
cual la carroza
que nunca tuvo,
pero que en sueños
la dibujó.
Cuando el pié seco
de aquel desfile
se rinde al viento,
cortan las matas,
se acaba el sueño.

VI
La tosca machacadera
amasa con suavidad
el ajo libre de pieles
con el puñado de sal
en la "maceta" de barro.
Cuando la breve ración
de espeso aceite se acerca,
la masa toma el color
dorado del trigo seco.
Y la fiel machacadera
con nueva fuerza se agita
sobre la frágil "maceta".
Cuando el vinagre resbala
sobre los nimios relieves
del cráter que lo reclama,
la machacadera mueve
su tosquedad con mas calma.
Cuando el agua desde el jarro
lleva su luz hasta el borde,
llega a la vida el gazpacho.

VIII
Recuerdo a la calle alta,
poco después de oración
de las noches veraniegas,
como lugar de reunión
de primerizas parejas.
Recuerdo a las muchachitas,
calle arriba, calle abajo,
esperando la caricia
de una voz piropeante.
Recuerdo a las mil cabezas
en continuo movimiento,
a la pequeña heladera
al lado del tostadero,
a Manolo el de las pipas
con su carrillo ambulante,
a la Calle Alta viva.
Ahora ya no queda nada
de aquella feria sin norias,
ahora ya la Calle Alta
se confunde con las otras.

X
Jornalero campesino
del arado de otros tiempos,
que aprendiste de la yunta
su delicado secreto,
que sabías hacerla andar
solo tocando el cabestro,
que podías conseguir,
sin hablar, un surco recto;
jornalero campesino,
¿que harás si la yunta ha muerto?.

Tu canción llenaba el campo
junto al ladrido del perro,
tu dominabas la marcha
de la yunta sin arreos,
solamente con canciones;
tu aprendiste del barbecho
la geometría mas perfecta,
que no te enseñó el maestro;
jornalero campesino,
¿que harás si la yunta ha muerto?.

XIII
Apostado entre los juncos,
que vierten al Guadajoz
la caricia delicada
de su fragante verdor,
la vi sumergir su cuerpo
en la transparencia azul.
Su figura sin contorno
se confundía con la luz
que guardaba la corriente.
La canción que florecía
de los mil cantos rodados,
era el eco de su risa.
La belleza de su rostro
se mezclaba con la espuma,
que alegraba dulcemente
su inmaculada figura.
Cuando la brisa callada
a mi lado la traía,
un batracio inoportuno
destrozó mi fantasía.

XV
Era un monstruo delicado,
una madre cariñosa,
de bellas flores un ramo,
una nube deliciosa.
Era una verde pradera
entre la tierra y el cielo,
una colosal esfera
habitada por jilgueros.
Era una torre encantada
que quería coger al sol,
como una frágil montaña
que el arado respetó.
Era un breve paraiso
de animales pintorescos,
era un mundo muy distinto
del que todos conocemos.
Era el fiel espectador
que me inspiró algún poema,
el árbol que conoció
los sueños de este poeta.

XVIII
Cuando la enorme sombra
de la casilla rota
se acerca al pueblo,
y el sol rojizo asoma,
apenas medio cuerpo,
que aún no asió el barbecho.
Cuando el viento recoge,
del breve galope
que al pueblo regresa,
su estrofa mas noble;
y rápida vuela
con el niño que espera.
Cuando el rayo de sol,
que aún no murió,
besa la campana
del templo de Dios,
y las otras casas
quedan apagadas.
Cuando el claro día
y la noche fría
se ven, al besarse,
parece mas bella la vida
que después y antes
del precioso instante.

XX
Cuando abandoné la tierra,
que me enseñó a conocerla,
no sabía que la adoraba;
no sabía que estando fuera
de su encanto, la añorara.
No sabía que la distancia
me enseñaría a quererla
mas que estando junto a ella.
Ayer miraba las cosas,
sin apreciar lo preciosas
que al recordarlas las veo;
antes andaba entre rosas
pero sin notar su aliento,
y solo de pensamiento
noto su perfume ahora
cuando la distancia estorba.
El campo me fué enseñando
como se le ha de querer;
aunque lo estuve ignorando
hasta que lo abandoné.

lunes, 17 de mayo de 2010

DESVÁN DE OLVIDOS

XI
Llora la luna lunera
paseando por el cielo.

Llora el sol cuando se esconde
detrás de un nubarrón negro.

Llora la lejana estrella
lanzando chispas al viento.

Lloran lágrimas de luz
sobre la mar los luceros.

Llora el rosal silencioso
las largas noches de Enero.

Llora la vieja carreta
que no tiene carretero.

Llora la choza de paja
de aquel niño melonero,
aunque está muy bien guardada
en un baúl de recuerdos.

X
Si la campiña castreña supiera
contarnos todo lo que ayer vivió,
de aquellos segadores el sudor
dió vida a las camisas cuando secas,
de los surcos que dibujan la tierra
geometría perfecta bajo el sol.
Si la campiña consiguiera voz
nos contaría disparos por sorpresa,
grandes zanjas en nichos convertidas.
Si la campiña pudiera, supiera
hacer llegar su palabra a los de arriba,
se sabría la verdad, la verdadera.
Si supiera contarnos la campiña,
si supiera contarnos, si pudiera.

IX
Y las rosas perfuman los encuentros;
sin embargo, los pétalos caidos
ya nunca adornarán mas paraisos,
ni entrarán en el baul de los recuerdos.
Las manzanas que no se recogieron,
convirtieron las tierras en mantillo,
no serán paladares exquisitos,
tampoco recordadas en un verso.
Esos besos tan solo prometidos,
y que nunca se hicieron realidad,
ya ninguno jamás podrá vivirlos,
y ya no dormirán en el desván,
el cuarto donde duermen mis suspiros,
que esperan que los vaya a rescatar.

VIII
Ayer subí un momento hasta el desván
para ojear los recuerdos olvidados,
esa frase que nunca he pronunciado,
y me apetece mucho pronunciar.
No esperaba encontrar tal cantidad
de versos que en mi mente desfilaron,
y que a nadie jamás habia mostrado,
y que ahora quisiera pregonar.
Ayer subí, y ya no queda tiempo,
para lograr mis nuevas intenciones,
y que alguno conozca aquellos versos;
ojeé muy deprisa los rincones;
pero el tiempo perdido ocupa el centro,
aprendí un poco tarde las lecciones.

VII
Ya no tengo rosales, se han secado;
el perfume se lo ha llevado el viento,
de las rosas no queda ni el recuerdo,
el jardín de momento se ha salvado.
No me apetece ya seguir cuidando
nuevas rosas, que vivirán un tiempo,
ni ver como las hierbas van creciendo
y se adueñan de todo mi pasado.
Y no se si cuidar o no cuidar,
pues no es fácil olvidar lo que cuidé;
y se sufre cuando tienes que dejar,
y se sufre si no llegas a tener;
ya no tengo rosales que regar,
y no se lo que hacer, y no lo se.

VI
Estoy ya preparando las maletas,
me está esperando el tren desde hace tiempo,
mi vagón todavía no está completo,
a lo mejor se marcha y no me espera.
Aun así, siempre he de estar alerta,
ninguno la hora exacta conocemos;
si nos dan un aviso, lo sabemos,
el equipaje listo ya en la puerta.
Hay noches que esta espera me presiona,
la ansiedad acelera mis latidos,
el vagón aparcado entre las sombras,
de la vida me llegan los suspiros,
aunque se que se acerca ya la hora,
el tiempo lo dirá, hay que vivirlo.

V
Y no es fácil imponer la verdad,
no es difícil mentir algunas veces,
navegar en linea recta nadie puede,
los mares tienen curvas que salvar.
Ahora intento imponer mi honestidad,
que no se si es la misma de otra gente;
pero intento ayudar a los que mienten,
y busco a quien me pueda a mi ayudar.
Quisiera que se imponga la honradez,
que la ley no se oponga a la razón,
no es lo mismo robar para comer,
que quien gana al mes mas de un millón,
y su trabajo solo es ofender
de los contribuyentes su sudor.

IV
Por el humo conocemos donde hay fuego,
por los truenos y los rayos las tormentas,
por tu perfume presiento si te acercas,
de tus suspiros conozco hasta los ecos.
Anuncian los ladridos a los perros,
a la lluvia la anuncian nubes negras,
sin embargo, yo noto tu presencia,
aunque nada me anuncie tu regreso.
Muchas veces no es fácil de explicar
lo que dicen las cosas sin decir,
nunca sabré quien me pudo avisar,
pero noto cuando vienes hacia mí,
con los ojos cerrados, sin mirar,
sin oler, sin escuchar, sin sentir.

III
Quisiera rescatar las amapolas
que adornaron los campos de mi infancia,
que llenaron mis sueños de color,
que anegaron mis noches de fragancia.
Voy buscando aquellos sentimientos
que jamás ninguno conoció,
aquellas dudas que guardé en silencio,
aquel susurro que tal vez nadie escuchó.
Y sigo buscando los suspiros
que quizás alguna boca me mandó,
y siguen sin hallar aquel destino,
y sigo sin saber quien suspiró.
Quisiera, por eso no dejo de buscar,
encontrar, pues supongo que a lo mejor existe,
ese almacén sin forma ni color,
ese espacio para todos invisible,
ese lugar donde duerme el pensamiento,
donde descansan las palabras olvidadas,
los sollozos a escondidas y en silencio,
y también la voz de la mirada.

II
Y llegué navegando a la otra orilla,
solamente quería calmar la sed,
me atacaron, de nuevo regresé,
sin saber si la sed la calmaría.
Y otra vez vuelvo a estar donde empecé,
buscando detener esta agonía,
encontrar esa fuente de la vida
que pocos han llegado a conocer.
Y sigo ahora buscando y no encontrando
ese chorro de luz que alguien halló,
que tal vez llegó a saborearlo,
pero nadie al escucharlo lo creyó;
y no me rendiré, sigo buscando,
aunque quizás lo encuentre en mi interior.

I
Te doy las gracias, sol, por tu bondad,
porque igualas a todos los humanos;
ni al señorito le concedes mas,
ni a los pobres los dejas sin andrajos.
Te doy las gracias por ser tan generoso,
porque a los niños mas necesitados
das tu luz y calor, y es para todos,
y jamás has pedido nada a cambio.
Doy las gracias por adornar los cielos,
y lograr un arco-iris delicioso,
colores que dan vida a los senderos,
que logran ilusiones y piropos.
Doy las gracias por calentar las aguas
del gigantesco mar y del arroyo,
del charco, que es piscina improvisada,
para enjuagar del caminante el polvo.
Agradezco la luz que por las noches
das a la luna para alumbrar la tierra,
estás siempre ahí, aunque te escondes,
te doy las gracias, sol, por tu grandeza.

lunes, 3 de mayo de 2010

RONDA ERÓTICA

VIII
Las olas se adueñaban del silencio,
el calor en los cuerpos penetraba,
nos miramos, nos fuimos hacia el agua,
un barco fué testigo del momento.
El ritmo de la mar nos iba uniendo,
lo mismo que dos globos que naufragan,
y subieron los grados de la estancia,
hasta el sol se escondió para no vernos.
Y los trajes de baño se alejaron
navegando sin rumbo por la mar;
al ritmo de las olas nos rozamos,
te besé, nos volvimos a besar,
nuestras piernas se dieron un abrazo,
logramos, sin movernos, navegar.

VII
Conozco los aromas de tu cuerpo,
de tu piel los relieves reconozco,
puedo ver lo que no dicen tus ojos,
de tu voz adivino los silencios.
Si te acercas, sin verte, te presiento,
de tu suspiro acierto cada tono,
intuyo tus momentos de sofoco,
comparto las vivencias de tus sueños.
Se confunde lo irreal con nuestras vidas,
no se aparta lo bueno de lo malo;
sin embargo, mi cuerpo necesita
que jamás te separes de mi lado;
que sigamos soñando cada día,
que no es malo vivir mientras soñamos.

VI
Me despertó el calor de tu presencia,
serian las dos o tres de la mañana,
tu cuerpo con mi cuerpo se acoplaba,
me desveló el aroma de tu esencia,
y la luz que se palpa si estás cerca,
pude escuchar la voz de tu mirada,
fui apartando las telas que estorbaban,
y te apreté con gran delicadeza.
El silencio de la noche no se oía,
la voz de tu mirada se calló,
la llama del momento conseguía
para ti y para mi luz y calor,
faltaban muchas horas para el día,
y la tarde hace tiempo que murió.

V
Solamente una blusa te cubría,
podía adivinar lo que ocultabas,
sin embargo, hoy recuerdo tu mirada
y el sofoco que tu rostro transmitía.
Puedo ver el color de tus mejillas,
la luz de tu mirada sin las gafas,
en cambio tus perfiles se me escapan,
y el momento lo vivo todavía.
Limpiábamos la casa entre los dos,
el hogar que hoy conoce mas secretos,
aquel día ni siquiera había un colchón,
tan solo hacían falta nuestros cuerpos,
el fuego no se apaga si hay amor,
el amor solo necesita fuego.

IV
Sin querer se unieron nuestros cuerpos,
pues jugamos a pillar, y te pillé,
con mis manos tus manos sujeté,
y logré que escucharas mi silencio.
Despues de descansar por un momento,
volvimos a pillarnos otra vez,
y de nuevo tu piel quemó mi piel,
tan solo se escuchaban los jadeos.
Solamente era un juego, sin embargo,
las miradas decían algo más,
los ojos muchas veces han contado
aquello que no es fácil de contar.
Y en el suelo seguimos revolcándonos,
y de nuevo jugamos a pillar.

III
Te inclinaste para besar la flor,
y la falda tus muslos descubría,
tus pechos del escote se salían,
el murmullo del parque enmudeció.
Y seguiste paseando, como yo,
aspirando los suspiros que se oían,
cada vez que una niña apareciá
y para oler una rosa se agachó.
Y los dos estuvimos paseando,
cada uno por un lado del jardín,
tu besando las rosas, yo mirando,
y al final por fin me decidí,
me cogiste con fuerza de la mano,
de la mano con fuerza te cogí.

II
Noté que acariciabas mi cadera,
tus labios en mi cuello se clavaban,
lentamente me puse cara a cara
para notar el fuego de tu esencia.
Y nos fuimos los dos por esas tierras,
que no hay que caminar para cruzarlas,
esos jardines repletos de fragancias,
con los ojos cerrados se navega.
Y noté la humedad de tus secretos,
la tibieza que tu piel me entregaba,
el sonido, que logra siempre el remo
que penetra y que sale de las aguas,
de la fusión que nos llevó hasta el sueño,
mi cadera y tus manos descansaban.

I
Los susurros dejaron de escucharse,
el calor del espacio se adueñaba,
la espuma sabiamente acariciaba
de la piel tus mas íntimos lugares.
Y vivimos momentos agradables,
ninguna de las manos se paraba,
los pezones erectos se retaban
cual dardos esperando que disparen.
Y el agua resbalaba lentamente
mitigando la densidad del fuego,
dos cuerpos acoplados totalmente,
un cuerpo navegando en otro cuerpo,
y el sonido del agua que se muere
cuando suenan los húmedos momentos.

sábado, 13 de marzo de 2010

MI PRIMER SONETO.

Este soneto es muy especial, lo escribí en la primavera de 1960. Lo tenía olvidado, y D. Antonio Sánchez Fajardo me lo recordó en la primavera de 2009. He intentado recordarlo completo, pero se me han olvidado dos versos, que dejo en blanco, por si algún día los puedo incorporar.

Lo mismito que un pájaro encerrado
que desea lograr la libertad,
lo mismito que un pez sin ver el mar
afligido se siente en el mercado,
lo mismito que un preso por robado
romperá los lingotes a escapar,
..................................
..................................
Lo mismito le pasa al corazón
de mi cuerpo, que se haya prisionero
y alejado de lo que tiene valor,
yo no rompo lingotes verdaderos,
ni manifiesto mi sincero amor,
a pesar de mi daño ser mas fiero.

Arangu.

martes, 19 de enero de 2010

RECETAS

PANGA EN SALSA PARA 8 COMENSALES

Con dos kilos de panga es suficiente,
ocho raciones hemos de lograr.
Una cebolla grande, dos pimientos verdes,
cuatro dientes de ajos, y a triturar,
y a la olla con un chorreón de aceite,
y un poquito podemos salpimentar;
medio litro del vino que se tiene
que hierva unos minutos nada mas,
y el panga lo ponemos, y que quede
bien cubierto, con agua fácil de arreglar.
Y a dejarlo que el vino se nos queme,
a fuego lento lo podemos controlar,
el pescado tarda muy poco en hacerse;
y la olla la podemos apartar
cuando todo el mundo esté presente,
y dispuesto a comer y disfrutar.

SOLOMILLO CON FOIE PARA 8 COMENSALES

Pelamos kilo y medio de patatas,
con agua y sal se hierven; mientras tanto
un par de solomillos, los cortamos
en dieciséis espléndidas rodajas.
Tan solo se calientan en la plancha,
y en la fuente del horno colocamos,
con rodajas de foie las adornamos,
fuego fuerte, extrema vigilancia.
Las papas se convierten en puré,
el puré como base en cada plato,
los puedes adornar, siempre irá bien,
con habas, congeladas siempre hallamos.
Se coloca la carne, y a comer,
y un trago de buen vino nunca es malo.

PURÉ DE CALABACÍN PARA 8 COMENSALES

Cuatro calabacines medianitos,
se lavan bien, se cortan a rodajas,
y a la olla que está ya preparada;
una zanahoría, la lavamos,
tres dientes de ajo, un poco de apio,
una cebolla, unas cuantas habas,
todo a la olla, que estará llena de agua,
y a cocer, y nosotros vigilando.
Solo falta salpimentar un poco,
un chorreón de aceite virgen extra,
y a esperar que se ponga tierno todo.
Se quita algo de agua (a tu manera),
se tritura, se sirve en plato hondo,
y hoy ponemos salud sobre la mesa.

PAELLA PARA 8 COMENSALES
I
La paellera limpia y bien centrada,
cinco cucharadas de aceite bueno,
como un kilo de costillas de cerdo,
dos sepias medianas trozeadas,
se salan y se doran, y se sacan.
Trituramos ocho ajos y un pimiento,
tomate natural, y a fuego lento
el sofrito, se mezclan las tajadas.
Aumentamos como dos litros de agua
y el caldo que los mejillones echan,
ya abiertos, el fuego a toda marcha,
esperamos que todo aquello hierva,
un kilo de arroz, toque de gracia,
y en dieciocho minutos ya está hecha.

II
Si quieres darle un poco de alegría
un conejo y ocho gambas van muy bien,
y unos cuantos guisantes, y tal vez
aprovechar las verduras de estos días.
Y tambien colorante, por la vista,
se adorna lo mismo que un pastel,
el mejillón que poco deje ver,
las gambas colocadas por encima.
De muchas formas se hacen las paellas,
con muy poco consigues un buen plato,
y lo mas importante de una mesa
no está en los alimentos que tomamos,
está en los comensales que a tu vera
comparten y alegran buenos ratos.

PIMIENTOS ASADOS (GUARNICIÓN PARA 8)

Grandes, rojos, seis u ocho pimientos,
o mejor los que en la bandeja quepan,
bien lavados, el horno a ciento ochenta,
y a vigilar, veremos si están hechos.
Los dejamos enfriar unos momentos,
pepitas y pieles se desechan,
con las manos desnudas se trocean,
se apartan escurridos en un cuenco.
Un buen chorreón de aceite en la sartén,
y se frien algunos ajos laminados,
se les aumenta el caldo del pimiento
y un cuarto de tomate triturado,
y en una buena fuente todo junto,
con unos huevos duros adornado.

POLLO PARA 8 COMENSALES (A MI MANERA)

Dos pollos grandecitos troceados,
preparada ya tengo la sartén,
el fuego lo podemos ya encender,
unos ajos sin pieles preparados,
el salero lo tengo siempre a mano,
un chorreón de aceite virgen de Jaen,
friyendo poco a poco, y a mover;
cuando el pollo esté casi dorado
le aumentamos los ajos y la sal,
y a remover con mimo todo el rato,
cuatro o cinco minutos nada más,
luego la cerveza, o el vino blanco,
un poquito de agua no está mal,
y a esperar que se vaya evaporando,
en unos treinta minutos ya estará.

miércoles, 6 de enero de 2010

FLORES DE OTOÑO

IX
Presiento que se está acercando el fín,
pues noto que mi mano no obedece,
mis palabras se asoman torpemente,
mis versos no terminan de salir.
Voy notando que ya está cerca el fín,
la desgana se apodera de mi mente,
los poemas, dormidos, no aparecen,
apenas tengo ganas de escribir.
Hace cincuenta años que escribía
mis primeras coplillas navideñas,
despues le han seguido mas poesías,
he logrado alumbrar nuevos poemas;
sin embargo, no he sabido todavía
si en verdad algún día fuí poeta.

VIII
Y sigo buscando y no encontrando
las miradas que ayer mismo me hablaban,
y no logro hallar ese lugar
donde duermen los sueños que se marchan.
Ese espacio que ninguno conoce,
donde descansan los versos olvidados,
aquellas rimas que no tuvieron nombre,
que murieron cuando no se habían creado.
Ese recinto de notas mal escritas,
que jamás ningún humano recitó,
ese jardín perfumado por las rosas
de aquel otro que ninguno antes cuidó.
Y seguiré buscando mientras pueda
aquellas frases que tan solo desfilaron
por mi mente durante unos segundos,
pero llegaron a estar vivas, y volaron.

VII
De pronto han pasado mucho años,
ya no recuerdo la imagen que tenía,
ayer mismo a los de mi edad veía
como auténticos chavales bien criados.
De repente las cosas han cambiado,
el espejo no cuenta mas mentiras,
el peso del recuerdo nos castiga,
muchos seres queridos se han marchado.
Tan solo ayer todo era muy distinto,
distinguía las vivencias de los sueños,
elegía sin cautela los caminos,
no notaba que iba pasando el tiempo.
Y ha sido hace un momento, ahora mismo,
que he sabido tan cruel descubrimiento.

VI
La fama que el otoño ha conseguido
se muere cuando nace una sonrisa,
la gracia de una boca que suspira,
el elogio por todos preferido.
La cálida caricia de un suspiro,
la breve carcajada de una niña,
es la flor que el otoño necesita,
es el mío, y yo la necesito.
En mi otoño la suerte me acompaña,
dos claveles suspiran a mi lado,
dos ojales que sonrien cuando hablan,
amapolas que están lejos del campo,
dos sonrisas que alegran mis mañanas,
son dos flores de otoño, dos milagros.

V
Dos melenas doradas, dos espejos
que reflejan la luz de mi ilusión,
dos caudales de aromas y color,
dos brisas delicadas, dos veleros.
Dos vidas que se adueñan de mi cuerpo,
dos olas que navegan desde el sol,
dos riadas de sonrisas, y otros dos
destellos que llegaron desde el cielo.
Dos flores que motivan mi camino,
dos motivos que logran mis deseos,
dos candelas que alumbran mi destino
y calientan cada día mis adentros,
son dos niñas preciosas que han venido
y soy el más feliz de los abuelos.

IV
Es otoño, las moreras las hojas van perdiendo,
algunas, ya podadas, vigilando,
las hojas danzando sobre el suelo
cuando el viento se adueña del espacio.
Las rosas en verano perecieron,
los rosales dormidos se han quedado,
tambien las hojas del almendro
deambulan perdidas por el campo.
Es otoño, se aran los barbechos
que ha poco el trigo habian logrado.

Sin embargo el jazmín de mi jardín
aun perfuma mi aliento con su gracia,
aun puedo notar entrando en mí
el aroma de las bellas flores blancas;
es otoño, y las flores del jazmín
se abren como boca enamorada,
y mañana seguirán estando allí
perfumando del viento su fragancia,
el otoño que acaba de venir,
las noches eternamente largas.

Las parras deshojadas se han dormido,
casi toda la uva ya es licor,
los cuerpos caminan encogidos,
la aceituna apenas si engordó,
sin embargo el jazmín aun sigue vivo,
conserva del verano su explendor,
tal vez no ha notado que se han ido
las caricias que conseguía del sol,
quizás el cariño recibido
lograba mantener vivo el amor.

El otoño de la vida también llega,
y se evapora de pronto alguna llama,
y tenemos que encender nuevas hogueras,
y es dificil reavivar la que se apaga,
y es otoño, y alguna rosa queda
que perfuma con su aliento las mañanas,
y de aquella pasión de primavera
tal vez ya no quede casi nada,
pero el amor, si se cuida, siempre espera
que otro fuego reavive su esperanza.

Y flores sigue dando algún jazmín,
y alguna rosa algún rosal privilegiado,
y en otoño se puede ser feliz,
y el olivar de aceitunas se ha cargado,
y hasta la pasión puede resurgir,
y en el amor nunca mandan los años,
y en otoño se pueden conseguir
proezas que jamás se hayan logrado,
pero debemos cuidar nuestro jardín
porque es fácil que no vengan a cuidarlo.

III
En otoño pocas plantas florecen,
el verano endurece la campiña,
sin embargo las aceitunas vibran
cuando algunas narices se enrojecen.
Hay flores que no tienen mucha suerte,
no saben de este trozo de la vida,
ignoran que en otoño vivirían
si tienen jardineros que las rieguen.
Esta etapa también sabe de rosas,
y conoce momentos de pasión,
y en otoño la gente se enamora
como un adolescente, con dolor,
y en otoño también mueren las hojas,
y sobrevive tan solo alguna flor.

II
La primavera no valora el tiempo,
cada día las noches son mas cortas,
y las luces se imponen a las sombras,
se vive sin ansiar otros momentos.
El verano nos aproxima al cielo,
y hasta un mundo perfecto nos transporta,
y allí la juventud marca las zonas,
jamás conoceremos si eso es bueno.
Casi todas las flores se marchitan
cuando llega el otoño de repente,
la sombra se apodera de los días,
y sabemos que igual que nace muere,
el invierno no llega todavía,
aun es otoño, y aun nos pertenece.

I
Apareció el otoño muy deprisa,
la primavera apenas la he notado,
el verano lo toqué cuando se iba,
el otoño está aquí, bien instalado.
Y aun puedo estos días aprovecharlos,
pues queda por hacer mucho en la vida,
y el tiempo mas despacio ahora camina,
pero se que el invierno está esperando.
Las flores que el otoño nos regala
se deben cuidar con mucho mimo,
porque son flores tiernas, delicadas,
que parece que se hayan escondido,
esas pocas debemos conservarlas,
esas flores de otoño del camino.

Y ME MARCHARÉ EN SILENCIO

  Y me marcharé en silencio,
como siempre,
y muy pocos sabrán que me marché,
y se van acabando los rebeldes,
que a veces no se hacen entender,
y los jóvenes no avanzan cuando crecen,
y las leyes, siendo injustas, son las leyes,
y se deben, casi siempre, obedecer.
  Y tenemos que respetarlas todos,
y mucho mas los que obligan que se cumplan.
   Y me marcho preocupado
por el futuro incierto que se anuncia,
que los ricos, mas ricos, son muy pocos
pero siempre van unidos en la lucha,
a los demás consiguen separarnos.

   Y me marcharé en silencio
sin entender el egoismo que nos guía,
!que luchamos por los hijos, por los nuestros¡,
y unidos tal vez se lograría
salvar esta distancia tan enorme.

   Y me marcharé en silencio,
los gobiernos no quieren trabajar;
es dificil si caminas por el cieno
y no quieres que lo sepan los demás;
pero estos gobiernos que tenemos,
tanto el de aquí, como el de allá,
hablan idiomas distintos
y jamás se entenderán,
uno quiere ser mas rico,
el otro solo lograr
que la justicia se pare
donde la quieren parar.

   Y me marcharé en silencio
caminando para atrás,
porque el freno está oxidado,
y la juventud tendrá
que engrasar todos los día,
y tienen que empezar ya.
   Los pensionistas ya dan sus gritos,
los jóvenes van despertando,
deben caminar unidos
y saber cual es su bando.

   Y me marcharé en silencio
sabiendo que las cosas no están bien,
los gobiernos no gobiernan para el pueblo
y no se que puedo hacer.
   Y mi voz no tiene eco,
y el eco es controlado desde arriba,
aun así hoy quiero que mi grito,
destrozando si hace falta mis anginas,
se desplace hasta Castro del Río
y deje su voz en el camino
para que otros se enteren que existía
este pobre poeta pueblerino.