miércoles, 13 de junio de 2018

Carta al Jefe de Estado Español

 Para empezar tengo una duda, no se como dirigirme a usted. Creo que lo mas correcto sería, tal y como me enseñaron en mi infancia en un colegio público, que le llame Don Felipe.

Pues eso, Don Felipe, tengo varias propuestas para usted, alguna puede ser casi imposible, otras pueden ser difíciles, pero, tal vez, pueda haber alguna fácil. 

Aquí están mis propuestas :


A)  Hace unos años su padre le regalo el cargo debido a las presiones que motivaron sus equivocaciones en su mandato. Usted, Don Felipe, aceptó el regalo, como si no hubiera pasado nada. Aquel día tenía que haber explicado muchas cosas. Aún está a tiempo. Tiene que decir a los españoles lo que sepa. Está a tiempo todavía. No está bien que la justicia extranjera nos vaya mostrando lo que usted no debió esconder debajo de la alfombra.


B). Don Felipe, usted es el Jefe de Estado Español, pero ni sus padres, ni su esposa, ni sus hijas tienen que formar parte del cargo. Sus padres, ya jubilados, creo que deben tener una pensión justa. Sus hijas tienen que estudiar y prepararse. Los títulos nobiliarios que cada cual lo exhiba en el salón de su casa.


C). Creo que no estaría mal visto por nadie que cada mes vaya al Congreso de los Diputados a explicar su agenda. El Congreso de los Diputados representa a todos los españoles. Y si el Presidente del Gobierno, Don Pedro, cada semana tiene que responder a los representantes de los ciudadanos, usted Don Felipe, también podría, una vez al mes explicar su agenda. No le pido que se someta a las preguntas de los diputados.


D). Don Felipe, debe renunciar a la inviolabilidad y así demostrará a los españoles que la justicia es igual para todos. Solo se ha de cambiar la Constitución vaya al Congreso de los Diputados, y allí, ante los representantes del pueblo, lo puede proponer. Es así de fácil. No sería la primera vez que se cambia la Constitución.


E). Creo, Don Felipe, que es usted una persona bien preparada, también creo que sus paseos por España no son necesarios, los españoles de ahora necesitamos otros gestos.


Antonio Aranda - castreño