domingo, 30 de mayo de 2010

OTROS TESOROS

XIV
En recuerdo de mi amigo Paco Cano, que murió muy joven
de "Insomnio letal familiar", una enfermedad rara que te mata
de agotamiento. Se la detectaron, suele ser hereditaria, y a los
ocho meses moría.

Su voz murió muy pronto, demasiado;
sin embargo, su mirada decía,
con palabras mas claras todavía
que aquellas que salieron de sus labios,

todos los pensamientos delicados
que la voz pocas veces transmitía,
y Paco muy deprisa se moría,
y no llegó a cumplir cincuenta años.

La voz de su mirada no dormía.
Y hasta el último instante nos contaba
sus mas reservados sentimientos.
Y nunca se quejó. Y agradecía
con las pupilas ya casi agotadas,
o con sus torpes manos, cualquier gesto

XIII
Te pasas la vida acumulando bienes,
desprecias los que tienes a tu lado,
aquellos que al final son mas preciados,
y entonces ya muy pocos los ofrecen.
Pasas la vida enfadando a tu gente,
pues somos exigentes, demasiado,
algunos ya nos hemos olvidado,
los otros, van llegando, como siempre.
Y la vida muy poco necesita,
hay cosas que no las precisamos,
y no nos las llevamos nadie encima,
y todos aun seguimos peleando,
sabiendo que nos sobra la mochila,
hasta el último instante la llenamos.

XII
Dentro del mar te quisiera esconder
y serías mi tesoro para siempre,
dentro de un cofre de oro, reluciente,
en una ola que nadie pueda ver.
Y ninguno jamás podrá saber
donde guardo la llave, donde duermen
aquellos secretos que se tienen,
esas cosas que ansiamos retener.
Y dentro de esa ola impenetrable
guardaré con gran mimo unos momentos,
tal vez tan solo sea un instante;
pero es mío, y vive en mi recuerdo,
un momento especial, muy entrañable,
la llave la perdí, ya no la tengo.

XI
Las cinco de la tarde, es domingo,
y la plaza de toros en silencio,
el cartel de la puerta está muriendo,
hace tiempo que sigue siendo el mismo.
Los toros ya no cuidan los caminos,
las corridas de toros se prohibieron,
los amantes de la fiesta han de ir lejos
para escuchar esos oles tan taurinos.
De criar mas toros bravos dejaremos,
de fabricar capotes y monteras,
de admirar del caballo el bello quiebro,
de aplaudir de los maestros su destreza.
Son las cinco de la tarde, y en el ruedo
se confunden el silencio y la arena.

X
La sangre lentamente va fluyendo,
el oro cuatro duques lo controlan,
en los campos reluce la amapola,
los jaramagos se adueñan de los pueblos.
Va cambiando el pendón de aquellos tiempos,
la sangre ya no es tal, es otra cosa,
del oro se ha perdido hasta su aroma,
de ambos no queda ni el recuerdo.
El rojo, que era sangre hace unos años,
permanece abolido en toda España,
el gualda, los tesoros del pasado,
hace tiempo que nadie los extraña´
Hoy tenemos un rio de jaramagos,
dos mares de amapolas, rojo y gualda.

IX
España, tierra de paso de pueblos,
noble cuna de tantos elegidos,
donde las estrellas jamás pierden el brillo,
donde la luz nos llega desde el cielo.
España, la España de Quevedo,
tambien la España de Carrillo,
de los pepes, los pacos, los camilos,
se aparta lentamente del sendero.
Hace años que yace anestesiada,
la sangre de su gente helada está,
pobre pueblo sin metas, pobre España,
que aunque herida no puede ya sangrar,
pues sus venas se encuentran congeladas.
Seguro que algún día despertará.

VIII
(Recordando a Miguel Hernandez)

Y aunque siempre tu verbo me cautiva,
a veces se me pierde tu intención,
y preciso releer cada renglón,
y aun así no resuelvo la deriva.
Muy tarde Don Miguel te descubría,
me apena todo el tiempo que voló
sin ver lo que tu pluma dibujó,
sin saber que tu vida era la mía.
Y seguiré buscando entre tus versos
todos aquellos que escribiré mañana,
y seguiré usándote de espejo,
y seguiré leyendo lo que callas,
intentando llegar hasta tu cielo,
procurando pulir cada palabra.
***
Te descubrí muy tarde Don Miguel,
y en el lecho de tus letras me veía,
las cabras en olivos convertidas
cada vez que en tu espejo me miré.
Habia escuchado tu nombre alguna vez,
sin embargo, al leer tu biografía,
en los primeros años de la vida,
no sabría decir quien era quien.
Mis versos no penetran cual los tuyos,
y mis carnes no soportan tus heridas,
tu serás desde ahora mi estandarte,
te elijo desde hoy mismo como guía.
Te descubrí muy tarde Don Miguel,
¡que suerte que al final te descubría!.

VII
Se que no soy viejo todavía;
sin embargo, las cenas abundantes
ya no las soporto igual que antes,
y de eso tan solo hace unos días.
También se que hay mas cosas en la vida,
si alguna vez la vista me fallase,
el oido también puede deleitarme,
y tal vez el calor de una caricia.
Otros tesoros debo preparar
para cuando se agoten los que tengo;
se que no soy viejo, viejo el mar,
que es dueño de tesoros gigantescos;
y se que no soy viejo, soy quizás
diferente, distinto, nunca viejo.

VI
Ese árbol que hace tiempo pereció
porque no fué cuidado con cariño;
el pajáro que se quedó sin nido
porque algún ser humano lo pisó;
el banco que la gente abandonó
porque otro lo convirtió en añicos;
aquella fuente fresca, por descuido,
hace tiempo que a ninguno refrescó;
aquel árbol ya nunca aliviará
el sudor del cansado caminante;
el pájaro jamás le cantará
al que no se paró para ayudarle;
en el banco ya no se sentarán
y en la fuente no se detiene nadie.

V
De la palmera verde de mi parque,
nadie duda de cual es su color,
lo sabemos, ninguno sentenció
lo que se que el otro tambien sabe.
Lo que no puede ser es que se engañe,
que digas que no es verde, que es marrón,
tan solo porque alguno recordó
los colores que inundan nuestras calles.
Si tu vecino cuenta la verdad,
lo contrario seguro que es mentira;
no debemos mentir para negar
todo aquello que los demás afirman;
los políticos lo suelen practicar,
y en la calle se aprende muy deprisa.

IV
No quiero arrepentirme nunca mas
de las dudas que ayer no realicé;
de aquello que impidió mi timidez,
de los momentos que hoy quiero olvidar.
Ya no puedo volver a recordar
esas cosas que apenas si soñé,
los lugares que nunca visité,
aquello que no supe pronunciar.
Es mejor que critiquen tus errores,
porque las dudas no te contuvieron,
que ignorar el olor de algunas flores,
pues solo las mirastes desde lejos;
es mejor probar todos los sabores
aunque amarguen, sino no lo sabremos.

III
No me interesa conocer la biografía
del monarca que todo lo heredó,
y jamás a ninguno preguntó
si tanto honor del pueblo merecía.
No me interesa conocer la biografía
del que gobierna siendo un dictador,
del cardenal que tal cargo logró,
de aquellos que se aferran a la silla.
Me interesa saber la biografía
del pastor que conoce a cada cabra,
del médico que a cualquier hora del día
atiende a las familias olvidadas,
del sacerdote que reparte su comida
y a veces para él no queda nada.

II
Me gustaria aprender a valorar
lo que tiene valor en esta vida,
dos horas de cariño compartidas,
o disfrutar con un trozo de pan.
Tal vez alguna vez llegué a escuchar
que un rico a un mendigo le pedía
el hambre que aquel pobre traslucía,
al otro le faltaba su manjar.
Siempre queremos aquello que nos falta,
los ricos tener siempre apetito,
los pobres tener llena la capacha;
no es posible, así es nuestro destino,
no quita el apetito la abundancia,
sino la cantidad que hemos comido.

I
No puede ser que se equivoquen todos,
pues tal vez solo yo esté equivocado,
no premio lo que el mundo está premiando,
porque sigo buscando otros tesoros.
Enseguida pensamos en el oro,
que todos disfrutamos amasando,
el tesoro valioso sigue al lado,
sin ocultar jamás a nadie el rostro.
Y seguimos deseando la riqueza,
la riqueza que todos conocemos;
sin embargo, llamando a nuestra puerta,
hay tesoros que nadie ha descubierto;
porque no nos deslumbra su apariencia,
porque son muy valiosos y discretos.

sábado, 29 de mayo de 2010

OTROS SENTIDOS

XVI
Que no es lo mismo vivir que convivir,
que la vida se alarga con la ciencia,
que se acorta cada día la convivencia,
un camino que puedes elegir.

No debes tantas prisas permitir,
casi siempre son malas consejeras,
las tertulias de ayer en las aceras,
ahora mismo se pueden conseguir.

Lo valioso se debe valorar,
el trato entre personas lo primero,
que no es lo mismo vivir que convivir,
en la escuela no lo suelen enseñar,
con los años lo vamos aprendiendo,
un camino que hoy puedes decidir.

XV
Despues de muchos años cultivando,
he logrado que algunas remembranzas
en la memoria se hicieran lozanas,
muchas veces se abonan demasiado.

La distancia mantillo para el campo,
y consigue resultado si se labra,
sirviéndonos de riego la nostalgia,
que resucita sueños olvidados.

El tiempo es el estiércol que da vida,
distancia y  nostalgia son abono,
tal vez aboné mucho mi tierra;
pero se que la culpa es solo mía,
y tambien se muy bien que no estoy solo,
y no es bueno que sea buena la cosecha.

XIV
Pensé que mis pensamientos
en mis adentros morían,
como la sangre del cerdo
que acaba siendo morcilla,
cual la raiz del almendro,
cual la luz de la bombilla.

Pensaba que lo que pienso
de mi mente no salía,
como un baúl de recuerdos,
como una noria que gira,
cual el enorme cencerro
que del rebaño es el guía.

Ahora se que lo que pienso
tiene alas, tiene vida,
cual los suspiros, los besos,
igual que la golondrina,
como el aire cuando es viento,
los versos de una poesía.

XIII
Aquellos que mañana me recuerden,
si es que alguno me quiere recordar,
que se enteren que tuve que emigrar,
que el castreño lo es hasta la muerte.

Que conozcan la suerte del que puede
nacer, vivir, morir sin extrañar
un paisaje, una forma de hablar,
los aromas que nacen del aceite.

Que los años me hacen mas castreño,
que respeto la tierra donde vivo,
donde mis hijos y nietas nacieron,
donde sin cadenas soy cautivo.
Si alguno me coloca en su recuerdo
que sepa que nací en Castro del Río.

XII
Pensé que el viento dormía;
pero el aire nunca duerme,
escuché lo que decías,
esas cosas que no quieres
que en el viento confundidas
a la vera de otros lleguen.

Pensaba que dormía el viento;
pero nunca duerme el aire,
escuchastes mis silencios,
lo que no he contado a nadie,
esos íntimos secretos
que la almohada comparte.

Que dormía el viento pensaba;
pero el aire siempre vela,
debes cuidar las palabras,
las que sacas, las que entras;
pues el aire al viento llama,
se entera, y nos lo cuenta.

XI
Soñé que un sueño que tuve
de otro sueño se escapó,
los sueños son como nubes,
como nubes de algodón,
navegando por el cielo
cual verdades y mentiras,
que vuelan al mismo tiempo,
y navegan confundidas.

Soñé que un sueño que fué,
de otro había salido antes,
como las olas de ayer,
y de los rios los caudales,
el agua siempre está ahí
cogiendo forma distinta,
lo mismo me pasa a mí,
mis sueños tienen su vida.

X
Crecen juntos el dolor y los versos,
el sufrimiento logra reavivar,
muchas veces tan solo es despertar
el profundo letargo de los genios.
Esos grandes poemas que nacieron
recogiendo de las lágrimas la sal,
esas plumas que supieron suspirar
por los muchos suspiros que vivieron.
El dolor y los versos juntos crecen,
separados se pierde el objetivo,
los paisajes se ven muy diferentes,
según como se miren son distintos.
Los mas bellos poemas siempre duelen,
crecen juntos, muy juntos, van unidos.

IX
Ya lo sabes gobernante,
sube el precio del arroz,
y ya verás que hasta Dios
a sus fieles lo reparte.
Para valorar, ya sabes,
encareces el valor,
creerán que sabe mejor
si mucho dinero vale.
No pregones por las calles,
procura ocultar tu voz,
que piensen que alguien prohibió
tan exquisitos manjares.
Y ya verás como nadie
quiere ignorar el sabor
del plato que se ocultó,
llegando a ser deseable.

VIII
Caminar por un campo de amapolas,
aspirar las delicias del jazmín,
admirar un arco-iris en Abril,
notar la caricia de una rosa,
escuchar el murmullo de las olas,
conocer a la muerte sin morir,
disfrutar de aquel sueño que viví,
palpar de los silencios las estrofas,
ver la Tierra desde una nube blanca,
acariciar una a una las estrellas,
visitar de la luna sus montañas,
dibujar las pisadas en la arena,
recorrer de los bosques sus entrañas,
sentir que tu suspiras a mi vera.

VII
La Tierra nunca puede ser odiada;
las montañas, los árboles, los ríos,
las miradas, los besos, los suspiros,
las estrellas, la luna, las mañanas,
el aroma, los pájaros, las playas
ni el idioma ni el país han elegido,
y no saben que alguno ha decidido
poner a un mismo río varias vallas.
La Tierra se parcela mas y mas,
cada trozo que quiere ser nación;
sin embargo, no intentan mejorar
del Planeta su grave situación.
Nos dicen que debemos reciclar
a los pobres, ¡que gran preocupación!.

VI
Saborear los recuerdos es vivir;
pero apenas vivimos el presente,
enseguida en recuerdo se convierte,
y el futuro aun tiene que existir.
Lo que acaba ahora mismo de ocurrir
vivirá en el pasado para siempre,
mientras haya un humano que recuerde,
mientras alguien lo quiera revivir.
La brevedad del ahora nos impulsa
a instalar nuestra vida en el pasado,
ese libro con páginas escritas,
y que no nos ofrece ni una en blanco,
ese libro que todos escribimos,
y que incluso alguna vez saboreamos.

V
Quien dijo que el instinto no era amor
y no es lo mismo el cariño y el deseo;
quien no alaba la grandeza de un beso
ni sabe la ilusión de la pasión.
El que nunca jamás se enamoró
y en sus carnes no toca lo que es eso.
Todo aquel que no sabe si está enfermo,
y tal vez el cariño lo enfermó,
no puede hablar de amor a los demás;
porque aquel que jamás reconoció
que lo tuvo aparcado en su portal
no puede dar a nadie una lección.
Jamás sabré si es una enfermedad,
aunque cuentan que se ha muerto de amor.

IV
Y sigo agradeciendo tanta suerte,
tantas horas gozando tu presencia,
tantas noches teniendote tan cerca,
tantos años palpando que me quieres.
Ayer me vino a recoger la muerte,
pero tu la apartastes de mi vera,
y pude conocer a mis dos nietas,
y a ti tal vez consiga conocerte.
Quiero darte las gracias por vivir,
por todos los momentos que me has dado,
pues tal vez ni uno solo merecí,
y quizás no hayan muchos tan premiados;
que suerte, cuando ayer te conocí,
que suerte, porque sigues a mi lado.

III
Primero tu perfume va llegando,
muy pronto voy notando tu calor;
enseguida percibo de tu voz
la música que tu me has enseñado.
Y noto las caricias de tus labios,
de tu estampa me llega el resplandor,
de tu suspiro noto hasta el color,
de tu silencio se lo que has callado.
Y siempre reconozco tu presencia
porque son mis aliados los sentidos,
si no escucho muy bien como te acercas,
ni logro tus aromas percibirlos,
y ni el gusto ni la vista me alertan,
el tacto me dirá si estás conmigo.

II
No puedo recordar, aunque lo intento,
los rostros que mi infancia conoció,
que suerte tiene Dios, que siendo Dios
no precisa volver hasta otro tiempo.
Las imágenes a veces van viniendo,
muchas de ellas ninguno reclamó,
y nadie quiere ya escuchar la voz
de aquel que se marchó de su recuerdo.
Hay rostros que no consigo ver,
aunque están ocupando mi memoria;
hay voces que jamás nunca escuché,
y que hoy me siguen y presionan.
Quisiera recordar lo que olvidé,
y quisiera olvidar algunas cosas.

I
Disfruto de mi ansiada soledad
si noto tu presencia muy cercana;
sabiendo que regresas cuando marchas,
disfruto cuando veo tu regresar.
La soledad con rápido final
es un placer que a nadie desagrada,
es un oasis, es una carcajada,
es un trocito de felicidad.
Estoy solo escribiendo este soneto,
y soy feliz sabiendo que estás cerca,
que enseguida muy juntos estaremos;
cuando acabe de escribir este poema
te diré cuanto te amo con un beso,
la soledad así es casi perfecta.

martes, 18 de mayo de 2010

PALPITACIONES

I
Sufrí al cortar la rosa
mas bella del jardín,
pero aquel sufrimiento
lo soporté por tí.
Sufrí la enorme angustia
de aquel que está dañando
la vida de otro ser.
Sufrí, cuando mi mano,
temblando torpemente,
cortó el delgado tallo.
Sufrí por no saber
si adornaria tu encanto.

V
Subí hasta el cielo,
por sacudir
las nubes negras,
por ver si allí
estabas presa.
Nadé hasta el fondo
del Guadajoz,
por ver si estabas,
mi dulce amor,
junto a sus aguas.
Busqué tu cuerpo
por todas partes,
aunque tu esencia
junto a mi late,
porque me quema.
Luché por verte
y sin embargo
cuando te ví
disimulando,
corriendo huí.

X
Si algún día no puedo verte,
por no tenerte a mi lado,
preferiría que mis ojos
no vieran casas, ni campos;
se quedaran sin visión
si no pueden ver tu encanto.
Si no pudiese llamarte,
por marcharte de mi lado,
preferiría que mi voz
no saliera de mis labios;
si ya no puedo llamarte,
¿para que seguir hablando?.
Si no pudiese tocarte,
porque te fueses muy lejos,
preferiría que mis manos,
preferiría que mis dedos
no tuvieran tacto alguno
para cualquier otro objeto.
Si no pudiera tocarte,
si no he de verte jamás,
si no pudiera llamarte,
de nada me servirá
tener manos, ojos, voz,
vida. Ya todo me dará igual.

XV
Para que todos mañana sepan
la breve vida de nuestro amor,
para que el mundo siempre nos vea,
si nos añora, mucho mejor;
para que el hombre que haya en la tierra
pueda ver lo que quizás murió;
para que aquellos robots que tengan
tan solo vida pero no amor,
puedan mirar nuestra existencia,
como un oasis que feneció;
para que aquellos que no comprendan
esas poesías que hablan de amor,
sepan que antaño los hombres eran
como el poeta los describió;
para eso puse en la corteza
de un viejo roble nuestra inscripción;
para que todos noten al verla
que habían dos vidas y un corazón,
que tu y yo fuimos música y letra
del estribillo de una canción;
quizás entonces, cuando comprendan
lo que les digo con la inscripción,
todos a coro lloren de pena,
porque no sepan nada de amor.

XIX
Pregúntale si quieres,
pregúntale si dudas
de mi sincero amor;aa
pregúntale a la luna
que oyó mis pensamientos,
pues ella te dirá
de mi callado amor
su enorme intensidad;
pregúntale a la luna
que vigiló mi sueño,
que recogíó mi voz
cuando te hablé durmiendo;
pues ella fué testigo
de mi pasión sin freno;
pregúntale a la luna
si no me crees sincero,
pues ella mejor sabe
que yo cuanto te quiero;
pues ella me escuchó
decir tu nombre en sueños,
y yo tan solo se
que te quiero despierto.

XXIII
Se que suspiras, mujer,
porque se escucha en el viento
la voz de tu pensamiento;
porque antes de nacer
en tu garganta un suspiro
logras que el eco me llegue;
porque antes que tu mente
conozca que ya ha nacido
la intención de suspirar,
se que muy pronto en tus labios
aparecerá el encanto
de algún suspiro fugaz.

XXVII
La blanca luna, de un punto blanco
lejano y breve se enamoró,
de aquel lucero casi apagado
que desde entonces resplandeció;
pero las nubes, que habian notado
de aquellos seres su gran amor,
ennegrecidas con un gran manto
de envidia y celo, los separó.

Un pajarillo, a una flor tierna
como la infancia, se aproximó;
su idilio fué de mas belleza
que el mas cantado del trovador;
pero es muy breve la primavera,
y con su muerte tambien murió
el bello sueño de esta pareja,
porque la rosa se marchitó.

Las hojas secas del secadero
fueron del grillo su gran mansión;
aquellas matas, que desde el techo
penden de un hilo, le dan calor;
vivieron juntos por algún tiempo,
canción y hogar, surgió el amor;
pero los vicios, que siempre fueron
fieles al hombre, los separó.

Una cigarra canta contenta,
porque es besada con gran pasión
por ese rayo de rabia intensa
que en el verano brota del sol;
pero los besos muy pronto menguan
su abrasadora llama de amor,
y la cigarra muere de pena
cuando el verano ya se marchó.

Mi mente, libre, como las cosas
mas liberadas de la creación,
de tu figura, bella entre todas
las cosas bellas, se enamoró;
cuando mi mente fué presurosa
por confesarte tan grande amor,
cuando mi mente casi lo logra,
mi torpe cuerpo la abandonó.

XXIX
Me cautivó el resplandor
que adornaba tu contorno,
me hechizó la blanca luz
que besaba tus adornos,
recé porque aquel instante
fuera eternamente así,
rogué porque la aureola
que regaba tu perfil
fuera tu sumisa sombra,
porque nunca se alejara
de tu contorno sin forma
tu semejanza a las hadas.
Después el sol se ocultó,
y lo mismo que tu sombra,
se fugó tu resplandor;
y pude admirar tus formas,
sin añorar el momento
que la luz te acariciaba,
y di las gracias al cielo
porque seguías siendo humana.

AÑORANZAS

I - Homenaje a mi tio
     Pedro Gutierrez

Quise mucho al Capitán,
aunque no supe notarlo.
Quise mucho al Capitán,
Capitán de los Romanos,
en su loca mocedad.
¡Cuantas veces me contó
su brutalidad pasada!.
¡Cuantas veces me invitó
a conocer su alocada
vida llena de valor!.
¡Cuantas cosas aprendí
de su torpe moraleja!.
Aunque ayer no comprendí
de su consejo la esencia
que me enseñaba a vivir.
Quise mucho al Capitán,
aunque no supe notarlo;
ahora que en el Cielo está
seguro que está palpando
de mi amor su intensidad.

II - Homenaje a mi padre
      Luis Aranda

Cuando deja el segador
su camisa en la pileta,
al poco de regresar
de su labor en la siega;
los pequeños se aproximan
a la prenda con afán,
y la colocan de pié
esperando que eche a andar.
Y cuando la brisa breve
de la tarde la acaricia,
parece que un invisible
cuerpo en ella se cobija.
Los pequeños creen que vive
un fantasma en su interior,
y no saben que la vida
que la prenda recibió,
nació del duro trabajo
bajo el deslumbrante sol,
nació del sudor callado
que brotó del segador.

V
La verde mata
se eleva al cielo,
su flor la adorna
como un sombrero.
La hilera recta
llega hasta el sol,
como un desfile
de la legión.
Crece el tabaco
junto a la choza,
que es para el niño
cual la carroza
que nunca tuvo,
pero que en sueños
la dibujó.
Cuando el pié seco
de aquel desfile
se rinde al viento,
cortan las matas,
se acaba el sueño.

VI
La tosca machacadera
amasa con suavidad
el ajo libre de pieles
con el puñado de sal
en la "maceta" de barro.
Cuando la breve ración
de espeso aceite se acerca,
la masa toma el color
dorado del trigo seco.
Y la fiel machacadera
con nueva fuerza se agita
sobre la frágil "maceta".
Cuando el vinagre resbala
sobre los nimios relieves
del cráter que lo reclama,
la machacadera mueve
su tosquedad con mas calma.
Cuando el agua desde el jarro
lleva su luz hasta el borde,
llega a la vida el gazpacho.

VIII
Recuerdo a la calle alta,
poco después de oración
de las noches veraniegas,
como lugar de reunión
de primerizas parejas.
Recuerdo a las muchachitas,
calle arriba, calle abajo,
esperando la caricia
de una voz piropeante.
Recuerdo a las mil cabezas
en continuo movimiento,
a la pequeña heladera
al lado del tostadero,
a Manolo el de las pipas
con su carrillo ambulante,
a la Calle Alta viva.
Ahora ya no queda nada
de aquella feria sin norias,
ahora ya la Calle Alta
se confunde con las otras.

X
Jornalero campesino
del arado de otros tiempos,
que aprendiste de la yunta
su delicado secreto,
que sabías hacerla andar
solo tocando el cabestro,
que podías conseguir,
sin hablar, un surco recto;
jornalero campesino,
¿que harás si la yunta ha muerto?.

Tu canción llenaba el campo
junto al ladrido del perro,
tu dominabas la marcha
de la yunta sin arreos,
solamente con canciones;
tu aprendiste del barbecho
la geometría mas perfecta,
que no te enseñó el maestro;
jornalero campesino,
¿que harás si la yunta ha muerto?.

XIII
Apostado entre los juncos,
que vierten al Guadajoz
la caricia delicada
de su fragante verdor,
la vi sumergir su cuerpo
en la transparencia azul.
Su figura sin contorno
se confundía con la luz
que guardaba la corriente.
La canción que florecía
de los mil cantos rodados,
era el eco de su risa.
La belleza de su rostro
se mezclaba con la espuma,
que alegraba dulcemente
su inmaculada figura.
Cuando la brisa callada
a mi lado la traía,
un batracio inoportuno
destrozó mi fantasía.

XV
Era un monstruo delicado,
una madre cariñosa,
de bellas flores un ramo,
una nube deliciosa.
Era una verde pradera
entre la tierra y el cielo,
una colosal esfera
habitada por jilgueros.
Era una torre encantada
que quería coger al sol,
como una frágil montaña
que el arado respetó.
Era un breve paraiso
de animales pintorescos,
era un mundo muy distinto
del que todos conocemos.
Era el fiel espectador
que me inspiró algún poema,
el árbol que conoció
los sueños de este poeta.

XVIII
Cuando la enorme sombra
de la casilla rota
se acerca al pueblo,
y el sol rojizo asoma,
apenas medio cuerpo,
que aún no asió el barbecho.
Cuando el viento recoge,
del breve galope
que al pueblo regresa,
su estrofa mas noble;
y rápida vuela
con el niño que espera.
Cuando el rayo de sol,
que aún no murió,
besa la campana
del templo de Dios,
y las otras casas
quedan apagadas.
Cuando el claro día
y la noche fría
se ven, al besarse,
parece mas bella la vida
que después y antes
del precioso instante.

XX
Cuando abandoné la tierra,
que me enseñó a conocerla,
no sabía que la adoraba;
no sabía que estando fuera
de su encanto, la añorara.
No sabía que la distancia
me enseñaría a quererla
mas que estando junto a ella.
Ayer miraba las cosas,
sin apreciar lo preciosas
que al recordarlas las veo;
antes andaba entre rosas
pero sin notar su aliento,
y solo de pensamiento
noto su perfume ahora
cuando la distancia estorba.
El campo me fué enseñando
como se le ha de querer;
aunque lo estuve ignorando
hasta que lo abandoné.

lunes, 17 de mayo de 2010

DESVÁN DE OLVIDOS

XI
Llora la luna lunera
paseando por el cielo.

Llora el sol cuando se esconde
detrás de un nubarrón negro.

Llora la lejana estrella
lanzando chispas al viento.

Lloran lágrimas de luz
sobre la mar los luceros.

Llora el rosal silencioso
las largas noches de Enero.

Llora la vieja carreta
que no tiene carretero.

Llora la choza de paja
de aquel niño melonero,
aunque está muy bien guardada
en un baúl de recuerdos.

X
Si la campiña castreña supiera
contarnos todo lo que ayer vivió,
de aquellos segadores el sudor
dió vida a las camisas cuando secas,
de los surcos que dibujan la tierra
geometría perfecta bajo el sol.
Si la campiña consiguiera voz
nos contaría disparos por sorpresa,
grandes zanjas en nichos convertidas.
Si la campiña pudiera, supiera
hacer llegar su palabra a los de arriba,
se sabría la verdad, la verdadera.
Si supiera contarnos la campiña,
si supiera contarnos, si pudiera.

IX
Y las rosas perfuman los encuentros;
sin embargo, los pétalos caidos
ya nunca adornarán mas paraisos,
ni entrarán en el baul de los recuerdos.
Las manzanas que no se recogieron,
convirtieron las tierras en mantillo,
no serán paladares exquisitos,
tampoco recordadas en un verso.
Esos besos tan solo prometidos,
y que nunca se hicieron realidad,
ya ninguno jamás podrá vivirlos,
y ya no dormirán en el desván,
el cuarto donde duermen mis suspiros,
que esperan que los vaya a rescatar.

VIII
Ayer subí un momento hasta el desván
para ojear los recuerdos olvidados,
esa frase que nunca he pronunciado,
y me apetece mucho pronunciar.
No esperaba encontrar tal cantidad
de versos que en mi mente desfilaron,
y que a nadie jamás habia mostrado,
y que ahora quisiera pregonar.
Ayer subí, y ya no queda tiempo,
para lograr mis nuevas intenciones,
y que alguno conozca aquellos versos;
ojeé muy deprisa los rincones;
pero el tiempo perdido ocupa el centro,
aprendí un poco tarde las lecciones.

VII
Ya no tengo rosales, se han secado;
el perfume se lo ha llevado el viento,
de las rosas no queda ni el recuerdo,
el jardín de momento se ha salvado.
No me apetece ya seguir cuidando
nuevas rosas, que vivirán un tiempo,
ni ver como las hierbas van creciendo
y se adueñan de todo mi pasado.
Y no se si cuidar o no cuidar,
pues no es fácil olvidar lo que cuidé;
y se sufre cuando tienes que dejar,
y se sufre si no llegas a tener;
ya no tengo rosales que regar,
y no se lo que hacer, y no lo se.

VI
Estoy ya preparando las maletas,
me está esperando el tren desde hace tiempo,
mi vagón todavía no está completo,
a lo mejor se marcha y no me espera.
Aun así, siempre he de estar alerta,
ninguno la hora exacta conocemos;
si nos dan un aviso, lo sabemos,
el equipaje listo ya en la puerta.
Hay noches que esta espera me presiona,
la ansiedad acelera mis latidos,
el vagón aparcado entre las sombras,
de la vida me llegan los suspiros,
aunque se que se acerca ya la hora,
el tiempo lo dirá, hay que vivirlo.

V
Y no es fácil imponer la verdad,
no es difícil mentir algunas veces,
navegar en linea recta nadie puede,
los mares tienen curvas que salvar.
Ahora intento imponer mi honestidad,
que no se si es la misma de otra gente;
pero intento ayudar a los que mienten,
y busco a quien me pueda a mi ayudar.
Quisiera que se imponga la honradez,
que la ley no se oponga a la razón,
no es lo mismo robar para comer,
que quien gana al mes mas de un millón,
y su trabajo solo es ofender
de los contribuyentes su sudor.

IV
Por el humo conocemos donde hay fuego,
por los truenos y los rayos las tormentas,
por tu perfume presiento si te acercas,
de tus suspiros conozco hasta los ecos.
Anuncian los ladridos a los perros,
a la lluvia la anuncian nubes negras,
sin embargo, yo noto tu presencia,
aunque nada me anuncie tu regreso.
Muchas veces no es fácil de explicar
lo que dicen las cosas sin decir,
nunca sabré quien me pudo avisar,
pero noto cuando vienes hacia mí,
con los ojos cerrados, sin mirar,
sin oler, sin escuchar, sin sentir.

III
Quisiera rescatar las amapolas
que adornaron los campos de mi infancia,
que llenaron mis sueños de color,
que anegaron mis noches de fragancia.
Voy buscando aquellos sentimientos
que jamás ninguno conoció,
aquellas dudas que guardé en silencio,
aquel susurro que tal vez nadie escuchó.
Y sigo buscando los suspiros
que quizás alguna boca me mandó,
y siguen sin hallar aquel destino,
y sigo sin saber quien suspiró.
Quisiera, por eso no dejo de buscar,
encontrar, pues supongo que a lo mejor existe,
ese almacén sin forma ni color,
ese espacio para todos invisible,
ese lugar donde duerme el pensamiento,
donde descansan las palabras olvidadas,
los sollozos a escondidas y en silencio,
y también la voz de la mirada.

II
Y llegué navegando a la otra orilla,
solamente quería calmar la sed,
me atacaron, de nuevo regresé,
sin saber si la sed la calmaría.
Y otra vez vuelvo a estar donde empecé,
buscando detener esta agonía,
encontrar esa fuente de la vida
que pocos han llegado a conocer.
Y sigo ahora buscando y no encontrando
ese chorro de luz que alguien halló,
que tal vez llegó a saborearlo,
pero nadie al escucharlo lo creyó;
y no me rendiré, sigo buscando,
aunque quizás lo encuentre en mi interior.

I
Te doy las gracias, sol, por tu bondad,
porque igualas a todos los humanos;
ni al señorito le concedes mas,
ni a los pobres los dejas sin andrajos.
Te doy las gracias por ser tan generoso,
porque a los niños mas necesitados
das tu luz y calor, y es para todos,
y jamás has pedido nada a cambio.
Doy las gracias por adornar los cielos,
y lograr un arco-iris delicioso,
colores que dan vida a los senderos,
que logran ilusiones y piropos.
Doy las gracias por calentar las aguas
del gigantesco mar y del arroyo,
del charco, que es piscina improvisada,
para enjuagar del caminante el polvo.
Agradezco la luz que por las noches
das a la luna para alumbrar la tierra,
estás siempre ahí, aunque te escondes,
te doy las gracias, sol, por tu grandeza.

lunes, 3 de mayo de 2010

RONDA ERÓTICA

VIII
Las olas se adueñaban del silencio,
el calor en los cuerpos penetraba,
nos miramos, nos fuimos hacia el agua,
un barco fué testigo del momento.
El ritmo de la mar nos iba uniendo,
lo mismo que dos globos que naufragan,
y subieron los grados de la estancia,
hasta el sol se escondió para no vernos.
Y los trajes de baño se alejaron
navegando sin rumbo por la mar;
al ritmo de las olas nos rozamos,
te besé, nos volvimos a besar,
nuestras piernas se dieron un abrazo,
logramos, sin movernos, navegar.

VII
Conozco los aromas de tu cuerpo,
de tu piel los relieves reconozco,
puedo ver lo que no dicen tus ojos,
de tu voz adivino los silencios.
Si te acercas, sin verte, te presiento,
de tu suspiro acierto cada tono,
intuyo tus momentos de sofoco,
comparto las vivencias de tus sueños.
Se confunde lo irreal con nuestras vidas,
no se aparta lo bueno de lo malo;
sin embargo, mi cuerpo necesita
que jamás te separes de mi lado;
que sigamos soñando cada día,
que no es malo vivir mientras soñamos.

VI
Me despertó el calor de tu presencia,
serian las dos o tres de la mañana,
tu cuerpo con mi cuerpo se acoplaba,
me desveló el aroma de tu esencia,
y la luz que se palpa si estás cerca,
pude escuchar la voz de tu mirada,
fui apartando las telas que estorbaban,
y te apreté con gran delicadeza.
El silencio de la noche no se oía,
la voz de tu mirada se calló,
la llama del momento conseguía
para ti y para mi luz y calor,
faltaban muchas horas para el día,
y la tarde hace tiempo que murió.

V
Solamente una blusa te cubría,
podía adivinar lo que ocultabas,
sin embargo, hoy recuerdo tu mirada
y el sofoco que tu rostro transmitía.
Puedo ver el color de tus mejillas,
la luz de tu mirada sin las gafas,
en cambio tus perfiles se me escapan,
y el momento lo vivo todavía.
Limpiábamos la casa entre los dos,
el hogar que hoy conoce mas secretos,
aquel día ni siquiera había un colchón,
tan solo hacían falta nuestros cuerpos,
el fuego no se apaga si hay amor,
el amor solo necesita fuego.

IV
Sin querer se unieron nuestros cuerpos,
pues jugamos a pillar, y te pillé,
con mis manos tus manos sujeté,
y logré que escucharas mi silencio.
Despues de descansar por un momento,
volvimos a pillarnos otra vez,
y de nuevo tu piel quemó mi piel,
tan solo se escuchaban los jadeos.
Solamente era un juego, sin embargo,
las miradas decían algo más,
los ojos muchas veces han contado
aquello que no es fácil de contar.
Y en el suelo seguimos revolcándonos,
y de nuevo jugamos a pillar.

III
Te inclinaste para besar la flor,
y la falda tus muslos descubría,
tus pechos del escote se salían,
el murmullo del parque enmudeció.
Y seguiste paseando, como yo,
aspirando los suspiros que se oían,
cada vez que una niña apareciá
y para oler una rosa se agachó.
Y los dos estuvimos paseando,
cada uno por un lado del jardín,
tu besando las rosas, yo mirando,
y al final por fin me decidí,
me cogiste con fuerza de la mano,
de la mano con fuerza te cogí.

II
Noté que acariciabas mi cadera,
tus labios en mi cuello se clavaban,
lentamente me puse cara a cara
para notar el fuego de tu esencia.
Y nos fuimos los dos por esas tierras,
que no hay que caminar para cruzarlas,
esos jardines repletos de fragancias,
con los ojos cerrados se navega.
Y noté la humedad de tus secretos,
la tibieza que tu piel me entregaba,
el sonido, que logra siempre el remo
que penetra y que sale de las aguas,
de la fusión que nos llevó hasta el sueño,
mi cadera y tus manos descansaban.

I
Los susurros dejaron de escucharse,
el calor del espacio se adueñaba,
la espuma sabiamente acariciaba
de la piel tus mas íntimos lugares.
Y vivimos momentos agradables,
ninguna de las manos se paraba,
los pezones erectos se retaban
cual dardos esperando que disparen.
Y el agua resbalaba lentamente
mitigando la densidad del fuego,
dos cuerpos acoplados totalmente,
un cuerpo navegando en otro cuerpo,
y el sonido del agua que se muere
cuando suenan los húmedos momentos.